follar
La acepción vulgar de este verbo, que nada tiene que ver con otras relacionadas con las hojas (del latín follia(m)), y que no necesita explicación por sabida, encuentra sus raíces en la muy honesta palabra latina follis, 'fuelle', valor con el que llegó al español. A partir del sustantivo, con el paso del tiempo, se creó el verbo correspondiente con el primer significado de 'soplar con un fuelle'.
Pero no terminaría ahí la historia. La asociación de muchas acciones humanas con objetos o procesos mecánicos ajenos a nosotros es un tipo de metáfora abundante y frecuente en toda la lengua (faltarle a uno un tornillo, cabeza = olla, cabeza = tarro, poner la antena, el arco del triunfo, etc., >> carajo), y parece que no es descabellado pensar que esa acción de 'echar aire como un fuelle' se identificó en nuestra lengua con 'soltar una ventosidad' («sin ruido», matiza la Academia), tal como hace el instrumento de la forja que sirve para animar el fuego.
Entra dentro de la lógica, visto lo visto, que la acción de jadear, que no es sino echar aire (aunque con ruido), comenzara también a llamarse follar, por lo que la identificación de jadear con la de 'practicar el coito' no parece necesitar más explicación.
No obstante, algunos autores toman un camino un poco diferente. Hacen derivar nuestro verbo del latino follicare que, en efecto, era 'respirar como un fuelle, resollar, jadear'. Y, a partir de aquí, de follicare, llegan a folgar y al castellano holgar, que habría seguido el sendero de «lo honrado». El sendero de «lo golfo» llegaría hasta la forma que nos ocupa. >> huelga y juerga.
Diccionario del origen de las palabras