perdiz
A esta palabra llegamos fácilmente a través del griego perdix y del latín perdice(m), pero detrás hay una hermosísima historia mitológica que merece la pena recordar.
Según la mitología griega, Dédalo, el padre de Ícaro -los dos que escaparon volando del laberinto de Minos, aunque el segundo se acercó tanto al sol que se le derritieron las alas-, tenía un sobrino llamado Perdix, al que custodiaba y protegía. Perdix era de una inteligencia sobrenatural y estaba dotado para hacer cualquier trabajo. Dédalo, que era arquitecto, envidioso de los conocimientos de su sobrino, capaz de trazar planos y levantar edificios más rápidamente y mejor que él, lo arrojó desde lo alto de una torre. Antes de estrellarse contra el suelo, Atenea, diosa de las artes, lo recogió, pero, a cambio de su vida, lo transformó en el ave de la que estamos hablando. >> desperdigar y perdigón.
Diccionario del origen de las palabras