siesta
Parece ser que los romanos tenían la costumbre de descansar tras las primeras seis horas del día, es decir, a la que ellos denominaban hora sexta. Si consideramos que la jornada podía empezar a las siete u ocho de la mañana, hora solar, el reposo lo harían entre la una y las dos solares, es decir, las tres o las cuatro de la tarde, las horas de más calor en verano. De la (hora) sexta salió, con la normalísima diptongación de la -e- tónica, nuestra siesta.
Diccionario del origen de las palabras