Diccionario de la Literatura Cubana

El Fígaro

(La Habana, 1885-[1933?]; [1943?]-?). «Semanario de sports y de literatura. Órgano del baseball», se leía como subtítulo en el primer número, aparecido el 23 de julio. Según se expresaba en el trabajo «A nuestros lectores», publicado en dicho primer número, su salida se debía a la necesidad de que existiese «un periódico consagrado a defender los intereses del sport en general y muy especialmente los del juego de Base Ball», que había tomado un extraordinario auge en el país. Fueron sus fundadores, según se lee en el artículo «Nueva vida de El Fígaro» -publicado en el número de la propia revista correspondiente al 15 de mayo de 1921-, Manuel Serafín Pichardo, Crescencio Sacerio, Rafael Bárzaga y Ramón A. Catalá. A partir del 12 de noviembre de 1885, y como índice revelador de la profunda transformación que sufriría más tarde y que lo alejaría definitivamente de sus propósitos iniciales, el orden de las palabras sport y literatura se altera, al colocarse ésta en primer lugar. Al comenzar 1886 deja de ser «Órgano del Base-Ball». En un aviso publicado en el número correspondiente al 11 de febrero de dicho año se expresa que, por ausencia de José Ramiro, la revista ha pasado a ser propiedad de Manuel Serafín Pichardo y que Ramón A. Catalá se ha hecho cargo de la gestión económica de la misma. A partir del 2 de septiembre de 1886 se amplía su formato y toma el subtítulo de «Periódico de literatura, artes y sports». Desde este mismo momento aparecen, como directores, Rafael Bárzaga y Manuel Serafín Pichardo. En noviembre de este año vuelve a ser un «Semanario de literatura y sports» y su formato se reduce al original. En nota aparecida en el ejemplar del 17 de febrero de 1887 se expresa que, cumpliendo lo dispuesto en la Ley de Imprenta y en ausencia de Bárzaga, Pichardo había tenido que legalizar la publicación, por lo que sólo aparecería él como director y propietario en la carpeta de la revista y Bárzaga como primer redactor. Se aclara, además, que este último, a su regreso, seguiría compartiendo, «con la misma autoridad de antes», los trabajos de la dirección. Nuevamente toma, desde el 17 de marzo de 1887, el subtítulo de «Periódico de literatura y sports», y a partir del 15 de julio del año siguiente, el de «Periódico literario y artístico con caricaturas», subtítulo este último que aún conservaba a fines de febrero de 1894, aunque generalmente no aparece en los ejemplares de la colección. En nota publicada el 4 de marzo de 1894 se anuncia que Antonio del Monte ha entrado en la revista como secretario. A partir del 25 de marzo de 1894 su subtítulo fue, indistintamente, en las contadas ocasiones en que el mismo aparecía, «Periódico literario y artístico» y «Periódico artístico y literario». Desde el 21 de abril de 1895 se editó en imprenta propia. En ese año, y luego en 1899, al viajar Pichardo a Europa ocupó interinamente la dirección Enrique José Varona. En la página 31 del Catálogo de publicaciones periódicas cubanas de los siglos XVIII y XIX (La Habana, Biblioteca Nacional José Martí, Depto. Colección Cubana, 1965) se señala que Bárzaga fue el primer director de la revista y que Pichardo compartió el cargo con él desde enero de 1887 hasta 1909. Según parece, esto no fue exactamente así, pues ya se señaló que desde septiembre de 1886 aparecen ambos como directores; que posteriormente, por estar de viaje Bárzaga, sólo aparecía como tal Pichardo; ahora se debe añadir que en la edición del 6 de noviembre de 1898 se expresa que Bárzaga ha regresado del extranjero luego de una ausencia de más de dos años, y se le califica como «muy querido y estimado amigo y compañero», nunca como director. El hecho de que Bárzaga estaba desligado de la revista desde varios años antes, parece más cierto si se considera que sus trabajos en la misma, que aparecían bajo el seudónimo El Duque justo, abarcan los años 1885 a 1890. Con posterioridad, sólo, aparecerá, con su firma, una carta a Pichardo en 1907, según se comprueba a través del índice de la publicación editado por Fermín Peraza. Con estas razones podemos rechazar la afirmación de que Bárzaga codirigió la publicación con Pichardo entre 1887 y 1909. En la primera página del ejemplar del 8 de enero de 1899 continúa apareciendo el subtítulo «Periódico literario y artístico», pero en el reverso de portada se lee «Revista universal ilustrada». Este subtítulo quedará como definitivo a partir de 1901, en las ocasiones en que aparece. Varias veces, por ausencia temporal de Pichardo, Catalá asumió también la dirección y, a la inversa, por ausencia de Catalá, Pichardo se ocupó de la administración, aunque estos cambios no se reflejaron en el machón, sino en notas de la propia revista. El 20 de junio de 1909, queda definitivamente la dirección en mano de Catalá, al ser nombrado Pichardo primer secretario de la Legación de Cuba en Madrid. Éste seguirá apareciendo como director literario en el machón durante varios años más. El 12 de julio de ese mismo año se menciona a Federico Uhrbach como jefe de redacción. Desde el 22 de diciembre de 1912 (y hasta el 8 de agosto de 1915) se leía, debajo del título, que era «órgano de la intelectualidad latino-americana». Desde la primera fecha aparecen Pichardo y Catalá como editores propietarios; el primero, además, como director literario y el segundo como administrador. Se aclara que, en ausencia de Pichardo, Catalá asumirá la dirección literaria. El 21 de mayo de 1916 suspendió su salida hasta noviembre del mismo año. En el ya citado Catálogo de publicaciones periódicas cubanas de los siglos XVIII y XIX se señala que la codirección de Pichardo y Catalá cesó en ese año (1915), quedando solo Catalá al frente de la revista. En 1920 salió irregularmente: sólo se publicaron 20 números. Raquel Catalá, hija del director, expresa en un trabajo inédito sobre la revista, que Bernardo G. Barros fue jefe de redacción, de la misma de 1915 a 1922. No se ha encontrado esta referencia en ninguno de los ejemplares de la revista. Sí hemos visto que ya el 28 de agosto de 1921 René Lufríu ocupaba dicho cargo y que Barros era, en 1922, secretario de la Sociedad Anónima Editorial Fígaro. Raquel Catalá también menciona en su trabajo citado, aunque sin precisar fecha, que José Manuel Poveda ocupó la jefatura de redacción de la revista, hecho que Rafael Esténger recoge en la página 24 de su trabajo «Evocación de Poveda» -publicado como prólogo al libro de aquél, Proemios de cenáculo (La Habana, Ministerio de Educación. Dirección de Cultura, 1948). Con la salida del ejemplar correspondiente a abril de 1923 (número 13) se suspende su publicación hasta el 9 de septiembre de ese año, fecha en que Lufríu ocupaba aún la jefatura de redacción. A partir de ese año su salida fue irregular. Al comenzar 1925 se expresa que Lufríu compartirá con Catalá la dirección, con carácter de subdirector. La jefatura de redacción pasa entonces a manos de Luis P[astor] Quesada. El último ejemplar que se ha visto corresponde a octubre de 1929, aunque Raquel Catalá explica, en su ya citado trabajo, que la revista «comenzó a interrumpir su publicación regular desde 1929 y cesó definitivamente de publicarse en mayo de 1933». No se han encontrado otras referencias al respecto. Otra revista con este título, considerada por sus editores continuadora de la anterior, comenzó a publicarse, según parece, en 1943. El ejemplar más antiguo encontrado (año 2, número 1) corresponde a enero de 1944. Su subtítulo la caracterizaba como una «Revista mensual ilustrada». Era su director propietario Pedro Anyaumat. Como director literario fungía Gabriel Menéndez Serpa, quien en los últimos números revisados de la anterior, ocupaba el cargo de redactor jefe de publicidad. En mayo de 1944 la dirección pasó a manos de Gaspar Carbonell. Se han encontrado algunos ejemplares de 1944 y 1945, el último de ellos correspondiente a los meses de enero-febrero. En octubre de 1948 (número 5) estaba en su segunda época. Se editaba mensualmente como una «Revista universal ilustrada.» Era dirigida entonces por Humberto Sorí Marín. El último número revisado (10) corresponde al lº de junio de 1949. Como se señaló al principio, El Fígaro comenzó como una revista fundamentalmente deportiva, pero poco a poco la literatura fue ampliando su espacio hasta cubrir casi por completo sus páginas. Dirigida a la burguesía, las principales actividades de la misma quedaron reflejadas -tanto en los momentos finales de la colonia como en los albores y desarrollo de la seudorrepública-, a través de la crónica social y de los numerosos grabados, ilustraciones y fotografías que insertaba. Pero lo que dio a El Fígaro todo su valor y trascendencia fue el aspecto literario, y dentro de éste, fundamentalmente, su adscripción al movimiento literario más avanzado que se desarrollaba cuando comenzó a publicarse: el modernismo. En sus páginas aparecieron poesías, prosas poéticas, crónicas y otros trabajos de las principales figuras de este movimiento literario, tanto cubanas -Julián del Casal, Juana Borrero, Carlos Pío y Federico Uhrbach, entre otros menos importantes-, como del resto de Latinoamérica -Rubén Darío, Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador Díaz Mirón, Francisco A. de Icaza, Luis G. Urbina, José Santos Chocano, Rufino Blanco Fombona, Amado Nervo, etcétera- La única ausencia notable fue, durante el período colonial, José Martí, lo que se comprende si se considera la situación que atravesaba Cuba y lo que significaba su obra. El ensayo y la crítica literaria y estética ocuparon un espacio considerable, también con las firmas más renombradas de la época: Enrique José Varona, Rafael Montoro, Nicolás Heredia, Ricardo del Monte, Manuel Sanguily, Justo de Lara (seud. de José de Armas y Cárdenas), Conde Kostia (seud. de Aniceto Valdivia), Fray Candil (seud. de Emilio Bobadilla). Luego de instaurada la seudorrepública, El Fígaro continuó su labor literaria, pero fue ampliando el espacio dedicado a los problemas de actualidad, tanto culturales como sociales y políticos, no sólo en Cuba sino también en el extranjero. Además de las numerosas poesías, cuentos, crónicas, fragmentos de novelas, artículos de crítica e historia literarias, notas bibliográficas y trabajos de carácter histórico, se publicaban en sus páginas notas sobre actividades culturales, así como crónicas deportivas y sociales ampliamente ilustradas. En este período se destacan también los certámenes poéticos y de belleza auspiciados por la revista y las encuestas sobre candentes problemas de actualidad. Una importante sección, «Motivos de la semana», que a modo de editorial reflejaba los problemas de actualidad nacional, firmó Catalá desde1919 hasta 1929. Durante su etapa seudorrepublicana la revista dio cabida en sus páginas a numerosos escritores jóvenes que, si bien en muchos casos no compartían los ideales estéticos de la misma, veían en ella una puerta abierta en sus aspiraciones de darse a conocer. También muchos escritores ya consagrados prestaron su concurso a la revista, a la vez que otros alcanzaron su triunfo definitivo a través de ella. En sus páginas colaboraron, prácticamente, todas las figuras de las letras cubanas de aquellos años y algunos conocidos escritores de Latinoamérica. Para conocer los nombres de estos colaboradores puede verse el Índice de El Fígaro (La Habana, Eds. Anuario Bibliográfico Cubano, 1945-1948), compilado en dos tomos de dos volúmenes cada uno por Fermín Peraza y publicados por éste en los números 9-10 y 23-24 de la colección Biblioteca del bibliotecario que él mismo dirigía. Respecto a la etapa que se inició en la década del cuarenta, puede decirse que carece casi de importancia. Se reprodujeron trabajos de la etapa anterior de la revista y se publicaron artículos de crítica e historia literarias, cuentos, poesías, notas bibliográficas y otros asuntos de interés general. Contó con la colaboración de Luis Rodríguez Embil, Antonio Martínez Bello, Manuel Moreno Fraginals, Luis A. de Arce, Waldo Medina y otros.

BIBLIOGRAFÍA Bueno, Salvador. «El periodismo literario en Cuba: de El Fígaro a Social», en Crucero. La Habana, 1 (2): 19-21, abr.-jun., 1960. | Chacón, Francisco. «El número de El Fígaro», en Libertad. La Habana, 1 (36): 3, mar. 14, 1899. | «Nueva vida de El Fígaro», en El Fígaro. La Habana, 38 (12): 162, may. 15, 1921. | Peraza, Fermín. «Nota preliminar», en su Índice de El Fígaro. T. 1. V. 1. La Habana, Eds. Anuario Bibliográfico Cubano, 1945, p. II-VI (Biblioteca del bibliotecario, 9).

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