A Zaragoza, o al charco.
Al igual que otros varios, este refrán pone de relieve la testarudez proverbial del hombre aragonés. Como aquel que por afirmar con ensoberbecimiento que llegaría a Zaragoza «quiera Dios o no», el Altísimo le arroja a una charca, convertido en rana. Tras un tiempo de castigo, le devuelve a su ser humano, y no bien el baturrico se ve persona, cuando otro caminante le pregunta adónde va, responde esquinadamente: «A Zaragoza... o al charco.».
Recurso:
Diccionario de refranes, dichos y proverbios
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