A quien madruga, Dios le ayuda.

A esta vieja alabanza del hábito de madrugar no le faltan contradictores. El primero, aquel mozo que, según refiere Esteban de Garibay, cuando oyó a su padre que a cierto madrugador le había premiado la fortuna con el hallazgo, en la calle, de una bolsa de doblones, dijo: «Pues como madrugar, padre, más madrugó el que perdió la bolsa.» Por eso proclama otro refrán: Más puede Dios ayudar que valer y madrugar.

Recurso: Diccionario de refranes, dichos y proverbios on Buho.Guru