A rey muerto, rey puesto.

Se dice para afirmar la continuidad regular de lo que está bien asentado en la costumbre, como ocurre con el encadenamiento dinástico. También se utiliza con frecuencia para poner de manifiesto que nadie es imprescindible.

Recurso: Diccionario de refranes, dichos y proverbios on Buho.Guru