Can que mucho lame, saca sangre.

Da a entender que las lisonjas excesivas dañan más que halagan. De ahí que una vez, atufado por los abyectos elogios que se le prodigaban, Vespasiano abofetease con rudeza al adulador, y como éste, estupefacto, preguntase por qué le trataba así, respondió el emperador: «¡Porque me hieres!».

Recurso: Diccionario de refranes, dichos y proverbios on Buho.Guru