Como Quevedo, que ni sube ni baja ni se está quedo.

Se dice cuando alguien, metido en un aprieto, no acierta a salir de él y causa malestar a quienes le rodean. La frase se atribuye al propio Quevedo, en ocasión de un asunto de faldas que le mantuvo suspendido en el aire en situación embarazosa.

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