Cuando el amo es tañedor, los mozos son bailadores.

Señala que los discípulos, por instinto, tienden a seguir linealmente los pasos del maestro. Lo cual, por cierto, desplacía tanto a Miguel Ángel que éste, con su rudeza característica, les dijo una vez: «No marchéis detrás de mí; marchad a mi sombra.».

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