Ir por lana y volver trasquilado.

Se dice cuando alguien sufre una pérdida en aquello que esperaba conseguir provecho. Es expresión muy antigua, que ya aparece en el Poema de Fernán González y en la Celestina. Según José María Iribarren, su origen data del Fuero Juzgo (Concilio IV de Toledo), donde se prescribía: «esquilar laidamientre» a los blasfemos y judíos, esto es, pelándoles a cruces, como a las ovejas.

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