Junio, julio y agosto, ni col, ni mujer, ni mosto.

Dice que el calor del verano no propicia determinadas cosas: la sangre se altera y las relaciones con la mujer padecen; las coles, sofocadas por el sol, echan de menos la caricia del frío, y finalmente el mosto, producto tardío, ha de aguardar hasta el mes de octubre.

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