Lo más acordado, más olvidado.

Dice que al igual que al herrero que de tanto machacar se le olvidaba el oficio, así a veces se nos desvanece aquello que más queremos recordar. Como aquella ancianeja que iba con su cantarillo de la leche repitiendo en voz baja: «litro y medio... litro y medio...», y de repente, pisando ya el umbral de la lechería, exclamó, consternada: «¡Mal haya! ¡Pues no se me fue el santo al cielo...!».

Recurso: Diccionario de refranes, dichos y proverbios on Buho.Guru