No tomes por oficio lo que el rico tiene por vicio.

Aconseja evitar los vicios mayores, como el juego, la caza, la pesca o las apuestas, cuando no se tiene dinero para sostenerlos. Y ello porque, además de causar la ruina, bien puede ser motivo para que digan lo que Jacinto Benavente de sus émulos: «¡Bienaventurados nuestros imitadores, porque de ellos serán todos nuestros defectos!».

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