Para quien roba un reino, la gloria; para quien hurta un burro, la horca.

Evidencia un hecho que no ha cambiado con el paso del tiempo: la doble moral con que juzgamos actos que, en el fondo, son muy similares. Se cuenta que Alejandro Magno capturó una vez a un oscuro corsario, al que llenó de vituperios. El otro, tras oírle resignadamente, le contestó: «Porque solamente tengo un barco, señor, me llaman pirata; pero si, como tú, tuviera una flota numerosa, también a mí me llamarían conquistador.».

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