Quien su injuria ha de vengar, tiempo ha de aguardar.

Tiempo propicio, quiere decir. Así Tintoretto, el pintor veneciano, quien, buscando el mejor modo de vengar las injurias que le había inferido una vieja sirvienta, al fin puso el retrato de ésta entre los verdugos de su famoso lienzo Martirio de San Etienne.

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