Sálveos Dios, ducado de a dos, que el señor de Chièvres no topó con vos.

Fue de uso muy celebrado en tiempos de Carlos I, cuando Guillermo de Croy, señor de Chièvres, se apropió de todos los ducados que circulaban por el reino. Se dice del que, con gran fortuna, escapa a las consecuencias de un suceso nefasto.

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