Sombra da la peña, y el árbol, leña.

Dice que en casi todo, si se acierta, puede hallarse gratificante complacencia. Cuéntase que el amigo de un prelado, en ocasión de entrar con éste en el jardín de la casa episcopal, exclamó: «¡Ea! Veo, monseñor, que sabéis conciliar lo útil con lo agradable.» A lo que respondió el obispo: «Es que para mí sólo en lo útil está lo agradable.».

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