arroz y gallo muerto

Cuando queremos ocultar un menú para que sea sorpresa y alguien nos pregunta qué vamos a comer, solemos contestar dos cosas: canguingos y patas de peces o arroz y gallo muerto. Parece ser que una de las atracciones del carnaval madrileño del siglo pasado era la de vendar los ojos a varias personas y darles un garrote a cada una para que mataran a un gallo al que se había atado de un cuerda y suspendido en el aire. Quién consiguiera asestarle el golpe de gracia recibía como premio al ave que, a buen seguro, comería con arroz, ya que era este un plato habitual.

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