cornudo y apaleado

Empleamos esta significativa expresión para dar a entender que una persona que ha sufrido una ofensa o un daño, sufre aún otro mayor. ¿Hay algo peor que ser engañado por la propia mujer?... Pues sí, que en vez de consolarte, te apaleen... ¿o no? Ya ves, tengo un accidente y destrozo el coche; me compro otro y a los dos días me lo roban... Cornudo y apaleado. El origen de la frase, que originariamente era tras de cornudo, apaleado, o sobre cornudo, apaleado, está en un cuento recogido por Giovanni Boccaccio (1313-1375) en la novela séptima de la séptima jornada de El Decamerón. Cuenta la historia de una mujer, enamorada del criado y con ganas, e intención, de llevárselo a la cama. Para burlar al marido, le informa de que el criado está enamorado de ella y quiere verla en el jardín. Ante esto, el marido se viste con las ropas de la mujer y acude al jardín. Mientras aquel vigila, los dos amantes se reúnen con total tranquilidad. Tras una larga noche de amor, y para completar la burla, baja el criado con un garrote y apalea al amo haciéndole creer al pobre desgraciado que está apaleando a la mujer, mientras grita: «Desgraciada, traidora, no sólo engañas a mi señor sino que crees que yo también lo iba a engañar.» Con lo que el criado libera a la mujer de sospecha, demuestra al señor su lealtad y queda este último, cornudo, apaleado y, encima, satisfecho. El relato se hizo muy popular en España durante el siglo XVI y lo recogen diversos autores de esa época, entre ellos el gran cuentista valenciano Juan de Timoneda (1520-1583) en su Sobremesa y alivio de caminantes.

Recurso: Diccionario de refranes, dichos y proverbios on Buho.Guru