j

La historia de esta letra, que nada tiene que ver con el nombre de bailes aragoneses o castellanos (que deberían su nombre al árabe shata, o al latín saltare, a través de sotar, 'bailar'), es, relativamente, breve, dado que no aparece ni en el alfabeto griego ni en el abecedario romano, sino que vio la luz sólo hace cuatro siglos, tiempo realmente corto para una letra. Y lo hizo de la mano del genial gramático, matemático y filósofo francés, el humanista Pierre de la Ramée, también llamado Petrus Ramus (1527-1572), si bien siempre ha tenido que compartir su paternidad con su paisano y contemporáneo Louis de Meigret. No está claro cuál de los dos franceses fue el creador, pero lo cierto es que, en lo que atañe a nuestro idioma, la letra tuvo mucho más uso que en el suyo, debido a la presencia de arabismos y a la propia evolución del español. Así, por ejemplo, ambas lenguas recibieron del latín palabras como vetulu(m), pero en el país vecino evolucionó a vieux o vieil, mientras que en español escribimos viejo.

Sería el innovador y modélico gramático andaluz Elio Antonio de Nebrija (1444-1522), autor, entre otras obras, de la primera Gramática de la lengua castellana (1492), quien propusiera empezar a escribir aquel sonido nuevo con «la j luenga ('larga')», para diferenciarla de la i. La idea era buena aunque traería después más complicaciones: la nueva j empezaría a confundirse con la g y con la >>x, letra con la que se escribía, por ejemplo, Don Quixote, pronunciado, más o menos, como la actual x catalana o la sh del inglés, sonido que comenzó a desaparecer para dejar paso al que encontramos en jamón y mujer, al tiempo que la Real Academia decidió, en 1815, representar ese nuevo sonido con la letra más advenediza, que es como lo usamos en la actualidad, salvo determinados restos no evolucionados que algunos mantienen como hace siglos (Texas, México, etc.).

Asentado este pequeño lío de letras y sonidos, queda aún pendiente el problema con la >>g, que tantos quebraderos de cabeza produce a quienes no dominan la ortografía y que tanto molesta a aquellos que piensan que la ortografía arbitraria debería eliminarse por ser del todo innecesaria.

Por último, y por lo que hace a su etimología, reseñemos que se produce el extraño caso de tener mucho antes el nombre que la letra, ya que los griegos poseían una denominada iota, aunque ya antes los fenicios, auténticos pioneros en este asunto de las letras, tenían otra que llamaban yod, quizá el auténtico origen del nombre de la nuestra.

Recurso: Diccionario del origen de las palabras on Buho.Guru

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  1. j — s f Decimoprimera letra del alfabeto; representa el fonema consonante velar fricativo sordo /x/. Su pronunciación varía desde la articulación fricativa hasta la aspiración. Su nombre es jota. Diccionario del español usual en México
  2. j — f. Décima letra del abecedario español. Es la séptima consonante y su nombre es jota. Diccionario del castellano
  3. J — Juicio - Símbolo de Joule (julio). Unidad de energía y calor. Diccionario de siglas medicas
  4. j — f. Décima letra del abecedario español y séptima de sus consonantes. Fonéticamente representa un sonido de articulación velar, sorda y fricativa: "crujir" se escribe con "j". Su nombre es jota. Diccionario de la lengua española
  5. J — Abreviatura de julio. Diccionario médico