CONCURSOS

No encontramos la primera muestra de un concurso organizado sino hasta 1793, fecha de fundación de la Sociedad Patriótica de la Havana. El primer concurso, auspiciado y promovido por dicha Sociedad en el año antes citado, fue convocado a través de las páginas del Papel Periódico de la Havana, y los temas a desarrollar estuvieron ceñidos a cuestiones agrícolas, industriales y a la construcción de caminos. Entre los jurados figuraron Agustín de Ibarra, Joseph Ricardo O'Farrill, el conde de Casa Bayona, Joseph María Peñalver y el marqués Cárdenas de Montehermoso. Ninguno de los trabajos presentados reunió los suficientes méritos para ser premiados. Durante el siglo diversas instituciones culturales crearon concursos. La Sociedad Económica continuó sus certámenes casi todos los años y ofreció diplomas y premios en dinero. Entre los premios que más se destacaron, otorgados por la Sociedad, cabe señalar el de la «Memoria sobre las causas que producen la alternación en las cosechas del café» (1829), de Tranquilino Sandalio de Noda, el de la «Memoria sobre la vagancia en la isla de Cuba» (1830), de José Antonio Saco y el de la «Oda al nacimiento de la Infanta María Isabel Luisa» (1831), de José Antonio Echeverría, premiada por la Comisión de Literatura de la Real Sociedad. En 1834 se celebró un certamen, conocido como Aureola Poética, en honor de Francisco Martínez de la Rosa, a la sazón jefe del gobierno español. El torneo, presidido por el humanista italiano Pablo Veglia, contó con la participación de poetas destacados. El jurado otorgó el premio a las octavas «La Siempreviva», de Plácido (seud. de Gabriel de la Concepción Valdés). En 1844 se fundó el Liceo de La Habana, que de inmediato organizó concursos, conocidos como Juegos Florales. Entre los premiados se destacan Federico Milanés por su «Sátira contra la manía de publicar tomos de poesías con títulos inadecuados y prólogos altisonantes y laudatorios»; Emilio Blanchet por su «¿Qué influencia debe concederse a las novelas y otras obras de ingenio en la moral pública y privada?»; Francisco de Frías, conde de Pozos Dulces, por su «Memoria sobre la industria pecuaria en la isla de Cuba»; Joaquín Lorenzo Luaces, que recibió premios por su composición «A Cyrus Field» y su «Oda al trabajo»; Ramón Vélez Herrera por su «Oda al cable submarino». En 1861 celebró el Liceo de Matanzas sus primeros Juegos Florales, cuyo jurado estuvo presidido por Gertrudis Gómez de Avellaneda. Alcanzó el primer premio Federico Milanés con su «Oda a la muerte de Quintana». En años posteriores fueron galardonados Luis González Acosta, Idelfonso Estrada y Zenea, Luis Alejandro Baralt, Nicolás Heredia. El Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa, fundado en 1861, también propició concursos. En 1867 el Liceo de Puerto Príncipe, inaugurado poco tiempo antes, convocó a un concurso para enaltecer la memoria de Gaspar Betancourt Cisneros, del que resultó ganador Enrique José Varona con dos odas elegíacas. También premió ese año la memoria «Conveniencia de reservar a la mujer ciertos trabajos», de Emilio Bacardí. Las Conversaciones Literarias que se celebraban en la casa de José María de Céspedes en La Habana, propiciaron también concursos. Allí recibieron premios «Del teatro bufo y de la necesidad de reemplazarlo fomentando la nueva comedia», de Aurelio Mitjans, el «Adiós de Víctor Hugo a la Francia de 1852», de Aurelia Castillo, y el monólogo en verso «Fernando de Herrera» de Eliseo Giberga. En 1886 la Sociedad Provincial Catalana Colla de Sant Mus le otorgó a Ramón Meza un premio en sus Juegos Florales por la novela Carmela.

Durante la etapa republicana, la mayoría de las publicaciones periódicas, de las instituciones culturales que existían desde la época colonial y de las que surgieron, convocaron a innumerables concursos. Los ateneos de La Habana y de Matanzas, ambos creados al instituirse la República, convocaron a numerosos concursos. El de La Habana premió obras de Dulce María Borrero y Federico Uhrbach; el de Matanzas galardonó a Jesús Castellanos por su novela La conjura. En 1910 se fundó la Academia Nacional de Artes y Letras, que otorgó el Gran Premio Nacional de Artes y Letras, discutido cada año dentro de cada una de las distintas secciones que formaban la institución. Allí alcanzaron distinciones Dulce María Borrero, Carolina Poncet y José Antonio Ramos, entre otros. La revista El Fígaro también realizó concursos, sobre todo a partir de 1910. En 1912 obtuvo premio Emilio Roig de Leuchsenring con un artículo de costumbres titulado «¿Se puede vivir en La Habana sin un centavo?», y en 1921 Agustín Acosta por la décima «A la bandera cubana». Los liceos de La Habana y de Santiago de Cuba ofrecieron Juegos Florales anuales, en los que, entre 1913 y 1915, obtuvo los premios Agustín Acosta. Los Juegos Florales Hispano-cubanos, convocados en 1915, premiaron a Felipe Pichardo Moya por su poema «Visión del istmo». En otras ciudades del interior del país también se celebraron estos eventos, entre los que cabe citar los Juegos Florales de Sancti Spíritus, que premiaron a Bonifacio Byrne en 1916 por su poema «La aguja». En 1925 se convocó a los Juegos Florales Antillanos, celebrados en Santiago de Cuba, en los que resultó ganador Max Henríquez Ureña por su trabajo «El intercambio de influencias literarias entre España y América durante los últimos 50 años. (1875-1925)». En 1928 la actriz argentina, Camila Quiroga convocó, en coordinación con la Secretaría de Instrucción Pública, a un concurso dramático. El primer premio lo obtuvo Marcelo Salinas con Alma guajira y el segundo Jorge Mañach con Tiempo muerto. Entre 1934 y 1957 la firma comercial «El Encanto» otorgó anualmente el premio, periodístico «Justo de Lara» al mejor artículo o crónica periodística presentado. A partir de 1935 y hasta la década del 50, salvo algunas interrupciones, se instauraron los Concursos Nacionales de la Dirección de Cultura de la Secretaría de Educación. Se otorgaron siete premios, dos para obras inéditas y cinco para obras publicadas o inéditas. Aunque después sufrió algunas variantes en sus bases, en los inicios uno de los trabajos inéditos debía corresponder a la vida, la obra y la influencia de Enrique José Varona y el otro a una obra sobre la vida de Ignacio Agramonte. Las obras publicadas o inéditas que concursaran podían ser de carácter histórico, filosófico, crítico, biográfico, económico, social, así como novelas, piezas teatrales, cuentos, ensayos, reportajes y trabajos de investigación científica. Entre 1941 y 1957 el Club de Leones de La Habana otorgó el premio periodístico «Eduardo Varela Zequeira», concedido a los mejores reportajes, según la opinión de los jurados, publicados entre enero y diciembre de cada año. En 1942, el doctor Antonio Barreras estableció en el género cuento el concurso «Fernández Catá», de carácter nacional e internacional. En forma ininterrumpida esos premios fueron concedidos durante varios años a diversos escritores, entre ellos Félix Pita Rodríguez, Onelio Jorge Cardoso. Entre 1943 y 1957 el Municipio de la Habana otorgó el premio periodístico «Ruy de Lugo Viña», concedido al mejor trabajo publicado sobre un asunto libre, de «carácter municipal destinado a promover los lazos que unen las ciudades de América». La Comisión Nacional de Propaganda y Defensa del Tabaco Habano otorgó, desde 1943 y hasta 1952, premios anuales a los mejores artículos relativos al tabaco aparecidos en la prensa radial y escrita. El Ministerio de Defensa creó el premio periodístico «Enrique José Varona», otorgado mensualmente entre 1944 y 1958 al mejor trabajo presentado sobre cuestiones de interés nacional y que debía haber aparecido antes en cualquier publicación radial o escrita. En 1945 se instituyó con carácter nacional, como el más alto galardón periodístico, el premio «Juan Gualberto Gómez», concedido a diferentes formas de trabajo periodístico: reportaje vivo, reportaje de archivo, artículo o crónica, ilustraciones, información gráfica, caricatura y reportaje cinematográfico. El Lyceum Lawn Tennis Club, la Asociación Cubana de Bibliotecarios, el Club Atenas, también convocaron a concursos. Varios grupos y asociaciones teatrales establecieron premios, como el Premio Talía, el Premio Adad, el Premio «Luis de Soto». Después del triunfo de la Revolución desaparecieron los concursos antes mencionadme y surgieron otros. En octubre de 1959 la Casa de las Américas lanzó su primera convocatoria al concurso anual internacional Casa de las Américas, que se ha convertido en uno de los más prestigiosos concursos de habla hispana. Entre los galardonados cubanos se encuentran Fayad Jamís, José Soler Puig, Antonio Benítez, Miguel Cossío, Lisandro Otero, Pablo Armando Fernández y Manuel Cofiño. El Consejo Nacional de Cultura, desde su creación en 1961, ha convocado a diferentes concursos. Así, en1963 convocó a un concurso nacional de teatro y de narraciones infantiles, y en 1972 creó el concurso nacional anual «La Edad de Oro», donde los trabajos presentados, tanto en prosa y en verso como composiciones musicales, deben ser ron temas propios para niños. La Unión de Escritores y Artistas de Cuba convoca desde 1965 y 1967 respectivamente los concursos UNEAC y David. El primero, convocado cada año, admite obras en los géneros de novela («Cirilo Villaverde»), cuento («Luis Felipe Rodríguez», teatro («José Antonio Ramos»), poesía («Julián del Casal») y, cada dos años, ensayo («Enrique José Varona») y biografía («Enrique Piñeyro»). En los últimos concursos se han añadido los premios de literatura infantil («Ismaelillo») y de testimonio («Pablo de la Torriente Brau»). El David, para autores inéditos, admite sólo los géneros de cuento, poesía y teatro. En el primero han sido premiados Ezequiel Vieta, Raúl Aparicio, Noel Navarro, Manuel Díaz Martínez, Raúl González de Cascorro, José Martínez Matos, Alcides Iznaga, Antonio Benítez Rojo, Imeldo Álvarez, Antonio Hernández, Ana Núñez Machín, Hugo Chinea, Federico de Córdova, José R. Brene, etcétera; en el segundo, Raúl Rivero, Luis Rogelio Nogueras, Hugo Chinea, Julio A. Chacón, entre otros. Desde 1969 la Dirección Política de las Fuerzas Armadas Revolucionarias convoca su concurso anual «26 de Julio». Se concursa en novela, poesía, teatro, cuento, testimonio, investigación, ensayo, biografía, música (sinfónica, de cámara, vocal y popular) y artes plásticas (pintura, grabado y escultura). «Todas las obras que se presenten deberán reflejar en su contenido un estímulo a la conciencia y actitud revolucionaria de nuestro pueblo». Han sido premiados Jesús Cos Cause, Roberto Díaz, Adolfo Martí, Manuel Cofiño, Olga Cabrera, Rafael Hernández, José Martínez Matas, Álvaro Prendes, Alfredo Reyes Trejo, Carlos del Toro, José A. Tabares, etcétera. Especial relieve ha tenido también el concurso de novela y cuento polidales, convocado por el Ministerio del Interior, que prácticamente ha creado un nuevo género en nuestra literatura. Otros organismos, como las universidades de la Habana (concurso «13 de marzo») y de Oriente (concurso «28 de mayo Batalla del Uvero»), la Unión de Jóvenes Comunistas (concurso «14 de junio»), la CTC (concurso «Rubén Martínez Villena»), los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas, la Asociación Nacional de Pequeños Agricultores, la Unión de Periodistas de Cuba, convocan también a concursos en diferentes géneros.

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Recurso: Diccionario de la Literatura Cubana on Buho.Guru