El Reflejo

(La Habana, 1856). «Publicación semanal de literatura, con litografías», se lee en la cubierta correspondiente a la quinta entrega, que tiene fecha 8 de octubre de 1856. Fueron su director y editor, respectivamente, Fernando Pié y Faura y M. de San Pedro del Álamo. Las restantes entregas que forman la colección revisada no poseen cubierta, por lo que no puede determinarse con exactitud la fecha en que comenzó a publicarse, aunque se supone que haya sido con posterioridad al 30 de agosto de dicho año, fecha que aparece al pie de la «Introducción»» con que se abre la primera entrega. En ese texto introductorio se señala: «Ya dijimos en el prospecto de esta publicación los nombres de los conocidos escritores de quienes esperábamos esas útiles y bellas concepciones que, con muestras de honroso aprecio, acogen siempre los amantes del talento, en los diversos periódicos que se dignan proteger, y hoy podemos asegurar la cooperación que tanto anhelábamos, para el buen logro de nuestras ideas. El dulcísimo Mendive nos regalará sus blandos himnos: Vélez, el decano de los poetas de Cuba, nos cederá sus inspiradas odas y sus fáciles romances: Luaces, que con tanto ardor estudia a Anacreonte, nos escribe las ligeras estrofas que se consagran a Baco y al Amor [...].» Y continúan nombrando otros colaboradores, como «... Felicia [Auber de Noya?] Poey, Lembeye, Costales, Zambrana, Guridi y otros [...]». Publicó poemas, cuentos, artículos morales, notas biográficas, apuntes sobre viajes y trabajos traducidos del inglés. Además de los colaboradores que anunciaban, quienes efectivamente publicaron allí sus trabajos, figuran las firmas de Antonio Sellén, Rafael A. Toyrail, Tristán [de Jesús] Medina y Felipe López de Briñas. Al final de la última entrega revisada (que suponemos sea la cuarta), se dice en una nota firmada por Pié y Faura, fechada el 26 de octubre de 1856: «Convencidos con el Sr. Editor o único dueño de este periódico, del cual nos encomendó la dirección y redacción solamente, por cuatro entregas, cuyo número se completa en la presente, y las que continuará dando a luz más adelante por hallarse en la actualidad entendiendo en asuntos de importancia que reclamen su presencia en diversos puntos retirados de esta ciudad, causa por la que nos abstuvimos hasta ahora de consagrar nuestras tareas a otra publicación de nuestra exclusiva [sic] propiedad y de la misma especie titulada El Mensagero [sic], esperamos que los Sres. suscritores [sic] de El Reflejo admitan la anterior, que sin demora recibirán y donde se insertarán los filosóficos y aún no concluidos artículos [sic] Sr. Pbro. D. Rafael A. Toymil, las comenzadas Críticas literarias y la novela (el final) que lleva por nombre Tragedia indiana.» A pesar de lo expresado, todo indica que salió, por lo menos, una quinta entrega -a la que ya hicimos mención-, aunque no se explica la diferencia de fechas entre la misma y la nota firmada por Pié y Faura a la que acabamos de aludir. El Mensajero, subtitulado «Periódico semanal de amena literatura», dirigido por F[ernando] Pié y Faura, ofreció su primer número (único localizado) el 2 de noviembre de 1856. El director apuntaba en un artículo inicial, entre otras cosas, lo siguiente: «El Mensajero, cada vez que se coloque en vuestras manos, os mostrará en sus páginas las sabias lecciones del sacerdote, los himnos del poeta, los principios correctivos del moralista, las curiosas observaciones del naturalista, las opiniones ilustradas del crítico, los variados escritos del literato, por último, y aún tal vez los humildes pensamientos del aplicado joven que oye obediente los consejos de la experiencia [sic] y de la instrucción. ¿Qué más os podemos brindar? ¿Queréis ciencias? -¿Queréis arte?- Las tendréis sin duda.» Las colaboraciones aparecidas -poemas, crítica literaria y un artículo sobre moral- aparecen firmadas con los seudónimos El Triste, Malarrabia y Octavio.

Recurso: Diccionario de la Literatura Cubana on Buho.Guru