El Siglo

(La Habana, 1862-1868). Periódico Político, literario, económico, agrícola y mercantil. El primer número correspondió al 30 de abril. Solamente se han podido consultar algunos números de los años 1862 y 1863 y varios meses del año 1867, ya que la colección existente en la Biblioteca Nacional «José Martí» se encuentra en muy mal estado. Salía diariamente. Fue dirigido, según se refiere en la página 172 del Catálogo de publicaciones periódicas cubanas de los siglos XVIII y XIX (La Habana, Biblioteca Nacional «José Martí». Depto. Colección Cubana, 1965), por José Quintín Suzarte (18621863); de 1863 a 1866, por Francisco de Frías, conde de Pozos Dulces; posteriormente por Rivero y Mestre y, nuevamente, de agosto de 1867 a marzo de 1868, por Francisco de Frías. Dicho Catálogo menciona como redactor a Ricardo Delmonte, aunque se sabe que José de Armas y Céspedes también ocupó tal cargo. Las fuentes consultadas coinciden en la afirmación de que en 1863 el periódico se convirtió en portavoz de los reformistas cubanos, que lo adquirieron con ese exclusivo propósito. Fueron accionistas de la empresa renombradas figuras de «la élite cubana del dinero y del talento», como refiere Raúl Cepero Bonilla en la página 14 de su conferencia «El Siglo (1862-1868). Un periódico en lucha contra la censura»: José Morales Lemus, Francisco Calderón Kessel, Marqués de Casa Calderón, José Manuel Mestre, Miguel Aldama, José Valdés Fauli, Pedro Martín Rivero, José Silverio Jorrín, Antonio Fernández Bramosio, José Antonio Echeverría, Leonardo del Monte, Francisco Fesser, Federico Rosell y otros. Afirma Cepero Bonilla, en la página 13 de su folleto citado que El Siglo «No fue una empresa comercial para obtener lucro, que es la característica de la llamada «prensa de información» que se limita a informar lo más exactamente posible a sus lectores [...]. Fue un periódico político, partidista, militante: un instrumento para realzar determinados fines políticos». Y más adelante señala: El Siglo no salió a la palestra para informar, sino para formar la opinión pública. Se propuso convencer, sin resultado, al gobierno colonial de la necesidad y conveniencia de un cambio de régimen.» Al hacerse vocero del movimiento reformista, El Siglo dio a conocer su propio programa y el del movimiento. Hemos recogido el primero de la página 124 del tomo 3 de la obra de Vidal Morales y Morales, Iniciadores y primeros mártires de la revolución cubana (La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1963), en el que se expresa: «Iguales derechos políticos a los cubanos que a los españoles. Representación de Cuba en el Congreso español. La misma ley de imprenta que rija en la Península, exceptuando únicamente las cuestiones de esclavitud, respecto de las cuales puede subsistir la previa censura. Prohibición absoluta del tráfico esclavo y de toda inmigración colectiva que no sea blanca. Supresión de toda clase de obstáculos a la inmigración blanca. Estudiar la cuestión de la esclavitud y tratar de resolverla, conciliando la resolución con los intereses de los propietarios a fin de conjurar la revolución y sus peligros. Pedir que se extiendan Cuba las leyes civiles, penales y mercantiles que sean compatibles con sus intereses e instituciones especiales. Una Diputación Provincial o Consejo Colonial, de elección popular, análoga a la de diputados nacionales, con facultades de dictar leyes que afecten intereses puramente locales. Orden judicial y administrativo idéntico al de la Península. El gobernador superior civil con facultades puramente ejecutivas de las leyes nacionales o coloniales. Ley de Ayuntamiento igual a la de la Península. Constante crítica con arreglo a los principios enunciados de todos los actos de los funcionarios públicos. En cuanto a la política española y extranjera, el periódico sostendrá doctrinas civilizadoras y de progreso, fundadas en los principios más avanzados políticos, económicos y religiosos; pero que sea un periódico de orden, y no un periódico revolucionario.» A mediados de 1864 El Siglo fue suspendido por la censura durante breve tiempo, a pesar de que, como afirma Cepero Bonilla en la página 24 de su citada conferencia, «... sólo pudo publicar lo que el censor autorizaba». Como periódico de los terratenientes cubanos, esta publicación se sostuvo para defender los intereses de esta clase social. No fue un periódico independentista, ni tampoco deseó la anexión a Estados Unidos. «Ha sido -comentan en un editorial aparecido en el ejemplar correspondiente al 24 de marzo de 1865- y es español como lo es la Reina de España, español como sus ministros, senadores y diputados, español como los hombres de corazón e inteligencia que en el periodismo, en la magistratura y en la milicia han abogado porque se hagan extensivas a esta provincia todos los derechos y preeminencias, todas las mejoras y reformas, todos los progresos de que es susceptible y merecedora nuestra raza [...]» El periódico, a pesar de su espíritu francamente conservador, trató en ocasiones temas como la emancipación de la mujer y la libertad de cultos; se opuso a la pena de muerte, al extremo de que el Diario de la Marina y La Prensa expresaron que estaba por la «impunidad absoluta de todo delincuente y el comunismo». Además, reconoció el derecho de los obreros a organizarse para lograr mejoras y realizó campañas para favorecer la creación de cooperativas de producción, de consumo y de crédito. Sin embargo, nunca se opuso a la esclavitud y defendió tenazmente los intereses de los hacendados esclavistas. Muchos de los editoriales de El Siglo, redactados en su mayoría por el Conde de Pozos Dulces, manifiestan la preocupación por los problemas económicos; en ellos se planteaba que la agricultura cubana se hiciera más científica y se abogaba por la introducción y aplicación de modernos equipos mecánicos para hacer más productivo el trabajo agrícola. Se planteaban también, en dichos editoriales, las posibilidades del desarrollo industrial de la economía cubana y se señalaban los peligros de la monoproducción, además de abogarse por la reforma fiscal y arancelaria. La conferencia de Cepero Bonilla a la que ya hemos hecho referencia, y de la cual hemos extraído la mayoría de los datos expuestos al carecer de la posibilidad de consultar el periódico, no aborda la importancia de éste desde el punto de vista literario. A pesar de ello, los pocos ejemplares revisados demuestran que, además de la importancia política, El Siglo tuvo importancia literaria. Hemos encontrado poemas, críticas y estudios literarios, breves piezas teatrales, notas biográficas, artículos sobre modas, traducciones, novelas por capítulos, notas costumbristas, etcétera. Su sección «Folletín» acogió la mayoría de estos trabajos. Tuvo otras secciones fijas, tales como «Jurisprudencia», «Mesa revuelta», «Notas económicas» «Noticias del mundo», «Comunicados», «Religión» y «Movimiento portuario». Figuran como colaboradores Saturnino Fernández, Francisco y Manuel Sellén, Antonio Zambrana, Luis Victoriano Betancourt, Casimiro Delmonte, José Joaquín Govantes, Antonio Enrique de Zafra, Carlos Navarrete y Romay, Joaquín Lorenzo Luaces, José Fornaris, Julia Pérez Montes de Oca y Fernando Urzáis. Algunos trabajos aparecieron firmados con los seudónimos El desconocido y La hija de Damují (seud. de Clotilde del Carmen Rodríguez). El fracaso de la Junta de Información significó una grave crisis para El Siglo; más aún, su muerte definitiva. Algunos de sus redactores llegaron a pedir el cese de la publicación, la que, finalmente, como afirma Cepero, Bonilla en la página 81 de su conferencia, «... se retiró, discretamente, de la escena». El último número publicado correspondió al 8 de marzo de 1868. Afirma José M. Labraña, en la página 680 de su trabajo «La prensa en Cuba» -aparecido en Cuba en la mano. Enciclopedia popular ilustrada (La Habana, Úcar, García, 1940, p. 649-786)-, que «En marzo del próximo año [1869] acosado por las persecuciones de que era objeto, el Conde [de Pozos Dulces] se vio obligado a dimitir su cargo y separarse del diario, el cual para poder continuar saliendo toma el nombre de La Opinión [...]».

BIBLIOGRAFÍA «La censura contra el periódico El Siglo», en Boletín del Archivo Nacional. La Habana, 62: ene.-jun., 1963. Cepero Bonilla, Raúl. El Siglo (1862-1868). Un periódico en lucha contra la censura. La Habana, Editorial Lex, 1957.

Recurso: Diccionario de la Literatura Cubana on Buho.Guru