GRUPO MINORISTA

En 1923 fue agrupándose un núcleo de jóvenes intelectuales de izquierda, cuya unidad se hizo más fuerte después de ocurrida la Protesta de los Trece (mayo de 1923), la cual constituyó una reacción revolucionaria contra los desafueros del gobierno de Alfredo Zayas. Este grupo, reunido en almuerzos sabáticos en el hotel Lafayette o en tertulias en el café Martí, realizó una necesaria labor de depuración y de reforma, tanto literaria y artística como política y social, que alcanzó repercusiones continentales y dejó sentir su influencia y acción en España. Se pronunciaron contra los falsos valores, por una radical y completa renovación formal e ideológica en las letras y en las artes, además de preocuparse por los problemas políticos de cada momento, tanto en Cuba como en el mundo. Los intelectuales cubanos asumieron conscientemente una posición ante la vida pública nacional. Fue un grupo sin reglamento, sin presidente, sin cuota mensual. No organizó ciclos de conferencias, ni fundó bibliotecas o editoriales. No levantó actas ni hizo balances del trabajo realizado. No tuvo órgano de difusión, pero contó con la mayoría de los periódicos y revistas que se editaban en la época, ya que casi todos sus miembros eran periodistas o tenían cargos de importancia en las publicaciones periódicas. En Social, revista de la cual era jefe de redacción Emilio Roig de Leuchsenring, quien formó parte del movimiento, apareció cuanta actividad desarrolló el grupo. Cohesionados por lazos de fraterna amistad, de comunidad de pensamientos e ideales, sus participantes tomaron conciencia de la responsabilidad del intelectual para con la sociedad y del deber de poner la cultura y el talento al servicio de su país y del hombre. Los minoristas, llamados así por el poco número de miembros que formaban el movimiento, pero mayoritarios porque constituían el sentir del pueblo, lanzaron a la opinión pública, en 1927, una declaración de principios, redactada por uno de los miembros principales del grupo, Rubén Martínez Villena, en la que expresaban: «Colectiva, o individualmente, sus verdaderos componentes han laborado y laboran: Por la revisión de los valores falsos y gastados; por el arte vernáculo y, en general, por el arte nuevo en sus diversas manifestaciones; por la introducción y vulgarización en Cuba de las últimas doctrinas, teóricas y prácticas, artísticas y científicas; por la reforma de la enseñanza pública y contra los corrompidos sistemas de oposición a cátedras; por la autonomía universitaria; por la independencia económica de Cuba y contra el imperialismo yanqui; contra las dictaduras políticas unipersonales, en el mundo, en América, en Cuba; contra los desafueros de la pseudo-democracia, contra la farsa del sufragio y por la participación efectiva del pueblo en el gobierno; en pro del mejoramiento del agricultor, del colono y el obrero en Cuba; por la cordialidad y la unión latinoamericana.» Artísticamente, esta promoción literaria, poseedora de fina sensibilidad, reflejó en sus obras el sentimiento. Muchos de los poetas que pertenecieron al grupo, el propio Villena, Juan Marinello, Enrique Serpa y otros, se apartaron del género y se dedicaron a la prosa literaria o periodística, aportando a ella nuevas concepciones, enfoques más severos y mayor responsabilidad intelectual. En 1926 apareció la antología La poesía moderna en Cuba, que comprende de 1882 a 1925, ordenada y publicada por Félix Lizaso y José Antonio Fernández de Castro, ambos minoristas, y en la que colaboraron casi todos los integrantes del grupo. A él pertenecieron también Alejo Carpentier, Regino Pedroso, José Z. Tallet, Andrés Núñez Olano, Mariblanca Sabas Alomá, Rafael Esténger, Jorge Mañach, Francisco Ichaso, Eduardo Abela, Luis Gómez Wangüemert, Conrado Massaguer, Juan Antiga, Mariano Brull, Max Henríquez Ureña, Armando Maribona, Arturo Alfonso Roselló. En 1928, tras verse perseguidos algunos de sus miembros por los testaferros del tirano Gerardo Machado, dispersos otros por cuestiones laborales o familiares, e imposibilitados de seguir realizando la obra de renovación y depuración político-social que habían pretendido llevar a cabo, con muy escasos resultados, el movimiento fue desintegrándose paulatinamente.

BIBLIOGRAFÍA Ariquistaín, Luis. La agonía antillana. Madrid, Espasa Calpe, 1928, p. 258. || Bojórquez, Juan de Dios. «Los minoristas de Cuba», en Social. La Habana, 12,(6): 35, jun., 1927. || «Declaraciones de los minoristas sabáticos», en Social. La Habana, 12 (10); 5-6, oct, 1927. || «La protesta del Grupo Minorista», en Carteles. La Habana, 9 (20): 16, may. 16,.1926. || «Manifiesto del Grupo Minorista», en Carteles. La Habana, 10 (21): 16 y 25, may. 22, 1927. || Núñez Machín, Ana. «La Protesta de los Trece: antecedentes y consecuencias», en su Rubén Martínez Villena. La Habana, Eds. Unión,.1971, p. 63-81. || Roig de Leuchsenring, Emilio. «El grupo minorista», en Social. La Habana, 14 (9 y 10): 24, 53, 60, 61 y 91 y 32, 54, 60-61 y 66, sep. y oct., 1929, resp.; «Rubén y el Grupo Minorista», en Ahora. La Habana, 2 (107): 8, ene. 17, 1934; El grupo minorista de intelectuales y artistas habaneros. La Habana, Oficina del Historiador de la Ciudad, 1961: || Villar Buceta, María. «Minorismo y minoristas», en, Universidad de la Habana. La Habana, 28 (166-167): 59-65, mar.-jun., 1964.

Recurso: Diccionario de la Literatura Cubana on Buho.Guru