La Habana Elegante

(La Habana, 1883-1891; 1893-[1896]). «Periódico bisemanal de noticias interesantes a las señoras y señoritas», se lee en el primer ejemplar publicado (4 de agosto), aunque presentaba formato de revista. Fungía como director Casimiro Delmonte. Sus colaboradores eran Ricardo Diago, Ignacio Sarachaga, Juan Miguel Ferrer, Carlos Ayala y Enrique Hernández Miyares. Del año 1883 sólo se han localizado tres ejemplares. En los que se han visto del año 1884 se lee «Periódico bisemanal de noticias interesantes al bello sexo». En la relación, no ya de colaboradores, sino de redactores, aparecen Sarachaga, Ferrer y Pedro Giralt, a los que después vuelve a unirse Hernández Miyares. En el ejemplar del 10 de agosto de 1884, al cambiar la periodicidad de la revista, se lee: «Semanario dedicado al bello sexo.» En el ejemplar del 21 de septiembre del propio año aparece como director-propietario Ignacio Sarachaga; a les redactores se añade el nombre de Manuel de la Cruz. A partir de 1885 el formato fue más pequeño. Desde el 12 de abril de ese año y hasta mediados de 1889 fue órgano oficial del Círculo Habanero y posteriormente del Habana Yacht Club. Su subtítulo varió: «Semanario de literatura, bellas artes y modas. Dedicado al bello sexo», «Semanario ilustrado, literario y artístico. Crónica de los salones» y «Semanario artístico y literario». Desde el 4 de octubre de 1885 aparece como director literario Manuel de la Cruz, quien ocupó durante corto tiempo tal responsabilidad, pues poco después formó parte nuevamente del cuerpo de redactores. A éste se unen, desde el número correspondiente al 25 de octubre de 1885, Julián del Casal, Ramón Meza y Aniceto Valdivia. Desde el número correspondiente al 19 de enero de 1888, y hasta su desaparición definitiva, fue su director Enrique Hernández Miyares. En el número del lº de julio de dicho año aparece una nota en la que se expresa: «Conviene advertir a nuestros abonados que, desde hace muchos meses, y a repetidas instancias de los redactores de este semanario, aparecía como director del periódico, nuestro muy querido amigo el Sr. Ignacio Sarachaga, a quien otras obligaciones alejaron del periodismo, encomendándonos La Habana Elegante a los que habíamos sido sus compañeros. Mutuas delicadezas por parte de Sarachaga y de Hernández Miyares -siendo mayores la del primero- permitían que el nombre de aquél apareciera al frente de la publicación; pero habiendo surgido nuevos inconvenientes materiales que impiden a nuestro amigo seguir dirijiendo [sic] el periódico, lo obligan a renunciar la Dirección. Conste pues, desde ahora, que el Director de este semanario es nuestro compañero D. Enrique Hernández Miyares, por renuncia de Sarachaga; cuyo nombre aún seguirá apareciendo en el periódico mientras se cumplen los requisitos de la Ley de Imprenta.» El 16 de agosto de 1891 se despide la revista de sus lectores y se refunde con la revista La América, bajo el rubro de La Habana Literaria, que puede considerarse sucesora, por muchas de sus características, de La Habana Elegante. Ésta reapareció, continuando la numeración de la etapa anterior, el 8 de enero de 1893, bajo la dirección de Hernández Miyares. En dicho ejemplar puede leerse, aunque dificultuosamente: «La Habana Elegante es la misma de ayer. Su programa y sus ideales no son necesarios definirlos... Bien puede decirse que no [es tal] resurrección la de nuestro semanario; porque en verdad [el] espíritu que lo informaba siempre quedó latente cuando [la aparición] de La Habana Literaria, que actualmente [dirige con] meritísimo acierto nuestro ilustrado amigo [Don Alfredo] Zayas.» Volvió a unirse a la empresa Ignacio Sarachaga, quien fungió ahora como secretario de redacción. En el ejemplar correspondiente al 5 de noviembre de 1893 se lee: «Desde el presente número queda constituida la redacción de La Habana Elegante de la siguiente manera: Director: Enrique Hernández Miyares. Redactores: Manuel de la Cruz, Aniceto Valdivia, Enrique Fontanills y Alfredo Pérez Carrillo. Redactor-secretario: Ignacio de Sarachaga. Redactor-administrador: Aurelio Miranda.» En números correspondientes a 1895 aparecen en el cuerpo de redactores Federico y Carlos Pío Uhrbach, Eulogio Horta y otros menos conocidos. El contenido de esta revista, en sus inicios, no era precisamente literario. Bastante espacio dedicaba, en primer término, a los anuncios. El resto contenía noticias locales, modas, acertijos y santorales. En su mayoría, las colaboraciones eran anónimas. Hasta 1890 la revista tuvo dificultades materiales (carencia de dibujantes, falta de buen papel) y sobre todo serias dificultades económicas, pero logró subsistir; poco a poco aumentaron las noticias nacionales (deportivas, culturales, sociales) y fue ampliando su marco hasta ofrecer noticias mundiales, especialmente las relacionadas con Francia, Estados Unidos y España. Las composiciones literarias que aparecen en lo que pudiera considerarse primera etapa de la revista, están inscritas dentro de la línea estética del romanticismo, tanto las colaboraciones de los autores locales como las traducciones que insertaban. Aparecen también folletines, en su mayoría de autores extranjeros, cuyos capítulos se sucedían a través de varios números. Paulatinamente la revista fue encauzándose hacia los terrenos literarios, tanto de la creación como de la crítica. Al reaparecer la publicación en 1893, fue el órgano de la corriente modernista y se convirtió de lleno en una revista literaria, estimada no sólo en Cuba, sino también en Centro y Sudamérica. Su papel y sus grabados fueron de primera calidad; se percibe una fuerte orientación francesa, que abarca desde los artículos periodísticos hasta los propios grabados. Cuentos, poemas, leyendas, noveletas, artículos costumbristas, modas, noticias culturales, crítica literaria, deportes, trabajos sobre artes plásticas, historia, ciencias, crítica teatral y musical, tuvieron cabida en sus páginas. Entre las secciones fijas que mantuvo figuran: «Mesa revuelta», que comentaba acontecimientos de cualquier índole; «Variedades», semejante a la anterior; «Cuentos blancos», con material costumbrista; «Sección literaria»; «Biblioteca de La Habana Elegante», que publicaba cuentos y artículos periodísticos, y que llegó a editar, en libro aparte, los Cuentos de La Habana Elegante, recopilación de muchos de los cuentos publicados en la revista; «Medallones cubanos», con biografías de cubanos notables; «Notas bibliográficas» y «Notas literarias», ambas de crítica. Durante la temporada de teatro de finales de 1887 vio la luz, en forma independiente y con numeración aparte, La Habana Elegante. Edición de teatros. Salió cada noche de función, y traía argumentos de operetas, juicios críticos, anécdotas musicales, noticias artísticas y trabajos literarios en general. En varias oportunidades, siempre a final de año, apareció el Almanaque de La Habana Elegante, que recogia colaboraciones de toda índole. Sólo se ha visto el correspondiente a 1885. Entre la infinidad de colaboradores de La Habana Elegante mencionaremos a Rafael María de Mendive, Antonio y Francisco Sellén, Enrique José Varona, Rafael Fernández de Castro, Mercedes Matamoros, Bernardo Costales y Sotolongo, Fray Candil (seud. de Emilio Bobadilla), Augusto de Armas, Justo José de Cárdenas, Pablo Hernández, Nieves Xenes, José de Armas y Cárdenas, Ricardo del Monte, Domingo Figarola Caneda, Ramón A. Catalá, Esteban Borrero Echeverría, Ramón Ignacio Arnao, Cirilo Villaverde, Manuel Sanguily, Julio Rosas (seud. de Francisco Puig de la Puente), Antonio Zambrana, Gastón Mora y Varona, Aurelio Mitjans, Bonifacio Byrne, Federico Villoch, Lola Rodríguez de Tió, Luis Alejandro Baralt, Nicolás Heredia, Rafael Montoro, Juana Borrero, Leopoldo Turla, Felipe López de Briñas, Raimundo Cabrera, Ignotus (seud. de Héctor de Saavedra), Fernando de Zayas. Vale destacar que en un número de 1894 aparece «A una novia cubana», de José Martí, además de una carta que éste dirige al director de la publicación. Posteriormente, ya muerto Martí, aparecieron algunos de sus versos sencillos. Es necesario señalar que La Habana Elegante no publicó artículos políticos, ni nacionales ni extranjeros. Tal tema, al parecer, fue ajeno a sus intereses, aunque no es menos cierto que el cese definitivo de la revista se debió en gran medida a que algunos de sus integrantes partieron hacia la manigua o el exilio. Entre los colaboradores extranjeros figuran Manuel Zeno Gandía, Rubén Darío, Juan de Dios Peza, Luis G. Urbina, Manuel Gutiérrez Nájera, Ricardo Palma, Jorge Isaacs, José Santos Chocano, José Juan Tablada y J. M. Vargas Vila. El último número revisado corresponde al 25 de diciembre de 1895. Carlos M. Trelles señala, en la quinta parte de su trabajo «BIBLIOGRAFÍA de la prensa cubana (de 1764 a 1900) y de los periódicos publicados por cubanos en el extranjero» -en la Revista Bibliográfica Cubana (La Habana, 3 (14-15): 20, ene.-feb., 1939)-, que la publicación cesó el 4 de junio de 1896.

BIBLIOGRAFÍA Bueno, Salvador. «El periodismo literario en Cuba: De El Fígaro a Social», en Crucero. La Habana, 1 (2): 18-19, abr.-jun., 1960. | Carvajal y Bello, Juan F. «A través de La Habana Elegante» en Revista de la Biblioteca Nacional. La Habana, 2a. serie, 8 (2): 39-60 y 63-67, abr.-jun., 1957.

Recurso: Diccionario de la Literatura Cubana on Buho.Guru