Lucero de La Habana

(La Habana, 18311844). Periódico. Comenzó a publicarse diariamente a partir del lº de agosto. Antonio Bachiller y Morales refiere, en la página 232 del tomo 2 de su obra Apuntes para la historia de las letras y de la instrucción pública en la isla de Cuba (La Habana, Academia de Ciencias de Cuba. Instituto de Literatura y Lingüística, 1971), que «comenzó a publicarse en Matanzas y a los pocos días se suspendió», afirmación que Joaquín Llaverías, en la página 64 del tomo 1 de su Contribución a la historia de la prensa periódica (La Habana, Talleres del Archivo Nacional de Cuba, 1957), refuta por no encontrar pruebas que la avalen en documentos de archivo y en libros de o sobre la época por él consultados. Llaverías también señala, en la página 65 de su obra que, debido a las mejoras introducidas en el Lucero de la Habana y en otro periódico capitalino de la época, titulado Noticioso Mercantil -el cual, con diferentes títulos, venía editándose desde 1813-, se creó una peligrosa competencia «que hubiera acabado con tan importantes publicaciones, si a tiempo no acuerdan sus redactores, que lo eran entonces los señores José Pereira y José María Palmer respectivamente, reunir en uno solo ambos diarios, constituyendo una sociedad an6nima [...]». En consecuencia, el Lucero de la Habana publicó su último número (441) el sábado 15 de septiembre de 1832 y al día siguiente comenzó a salir El Noticioso y Lucero de La Habana, el cual, a partir del 10 de octubre de 1834, suprime del título las palabras de la Habana, cambia la viñeta que ornaba el encabezamiento de su primera página y presenta el subtítulo «Diario mercantil, político y literario» (este último sólo hasta el 8 de marzo de 1838). A través de su trayectoria, el periódico sufrió cambios temporales en su formato, tamaño, título y viñeta, los cuales pueden verse en la ya citada obra de Llaverías. Según parece por nota aparecida en el periódico, del 20 de junio de 1836 al 1º de octubre de 1837 fue su redactor único Baziloi (seud. de Juan Justo Reyes; tanto Calcagno como Figarola-Caneda consignan Basiloi). En la edición del 17 de octubre de 1839 [Nicolás] P[ardo Pimentel] escribe un artículo en que se refiere al Noticioso y Lucero como «el papel que dirijo [...]». En la página 3 del ejemplar correspondiente al 18 de febrero de 1844 aparece una nota firmada por Juan A[ntonio] Soriano en que éste expresa que se separa de la dirección del periódico, aunque continuará como colaborador en unión de Juan Justo Reyes, José María Salas y Quiroga y Ramón Francisco Valdés. Este último pasa a ser redactor y director principal, según se lee en el número del 20 de febrero de ese mismo año, en el que además, en sendas notas, Soriano y Salas y Quiroga manifiestan su decisión de separarse del diario. Valdés, al hacerse cargo de la dirección del periódico, expresa que el programa del mismo se basa en los siguientes puntos: «...paz con todos los periodistas: discusiones literarias: constancia en el trabajo, cortesía siempre: imparcialidad constante, y ambición de gloria y de buen fruto en nuestros trabajos: he aquí nuestro deseo y los hechos responderán [...]». A partir del 28 de mayo de 1844 comienza una segunda época, cuyo último número revisado corresponde al 23 de julio de dicho año. Joaquín Llaverías señala, erróneamente, que el Diario de la Marina sucedió al Noticioso y Lucero. En su ya citada obra el autor expone, mediante la reproducción textual de documentos de archivo, cómo José Severino Boloña cedió mediante venta, a los ex redactores y editor del Noticioso y Lucero, Isidoro Araújo de Lira, Nicolás Pardo Pimentel, Antonio Ferrer y Antonio Xavier Martín, el real permiso que el Gobierno le había concedido para publicar un periódico titulado Diario de la Marina, cuyo primer número vio la luz el lunes 1º de abril de 1844. Sin embargo, ya hemos expresado con anterioridad que el Noticioso y Lucero continuó publicándose hasta el 23 de julio del citado año, por lo que puede afirmarse que ambas publicaciones coexistieron durante varios meses y que el Diario de la Marina surgió como un desprendimiento del Noticioso y Lucero. Además de las secciones fijas propias de los periódicos de la época, en las que se informaba sobre entrada y salida de buques, estado del comercio, actividades de los tribunales, venta de negros esclavos y otras cuestiones de interés general, daba cabida a informaciones de carácter económico, histórico y político sobre asuntos del país y del resto del mundo, fundamentalmente de España, estas últimas reproducidas de periódicos de la península. En cuanto a la cultura, presentó trabajos sobre sus distintas manifestaciones, tanto nacionales como extranjeras. Publicaba notas sobre temas de educación, exposiciones de arte, funciones dramáticas, operáticas y danzarias, así como trabajos de índole literaria: poesías, descripciones, narraciones de viajes, novelas, pequeños relatos, artículos costumbristas y de crítica e historia literarias. Desde sus páginas se desarrollaron constantes polémicas, fundamentalmente con el Diario de la Habana, primero, y posteriormente con el Faro Industrial de la Habana. Es destacable, respecto al Diario de la Habana, la polémica sobre el eclecticismo que desde sus páginas mantuvo José de la Luz y Caballero durante los años 1839-1840 con escritores como Manuel González del Valle (quien firmaba con los seudónimos El frenólogo, El bayamés y Fray Gerundio Habanero), Domingo de León y Mora (seud. El moderado), Isidro Araújo de Lira (Lira), Luis Costales (seud. El duende habanero), Nicolás Pardo Pimentel y José Zacarías González del Valle, todos los cuales contestaban a Luz y Caballero desde el Noticioso y Lucero. Una sección importante de la publicación fue la titulada «Inspección general de periódicos», después nombrada «Revista de periódicos», en la que se comentaban críticamente, a veces con dureza y apasionamiento excesivo, los trabajos de otros periódicos, fundamentalmente los antes mencionados, tanto desde el punto de vista del contenido de los mismos como desde el de su forma. En sus páginas hemos encontrado las firmas de conocidos escritores cubanos de la época y de extranjeros que residían en el país, tales como Francisco Muñoz del Monte, Tranquilino Sandalio de Noda (seud. Aristo y El guagiro [sic]), Antonio Bachiller y Morales, Delio (seud. de Francisco Iturrondo, I[gnacio] V[aldés] M[achuca], Ramón Vélez Herrera, José Victoriano Betancourt, M[iguel?] de C[árdenas y Chávez?] Francisco Foxá, Tomás Romay, El lugareño (seud. de Gaspar Betancourt Cisneros), A[nselmo] S[uárez], J[osé] J[acinto] M[ilanés], L[eopoldo] T[urla], Plácido (seud. de Gabriel de la Concepción Valdés), Polidoro (seud. de José Policarpo Valdés), Francisco Camilo Cuyás, A[ntonio] Angulo y Guridi, José María de Andueza, José María de Salas y Quiroga, El dómine Lucas (seud. de Lucas A. Ugarte), Anfibio (seud. de Bartolomé José Crespo Borbón), A[ndrés] A[velino] de Orihuela, Ramón de la Sagra y otros.

BIBLIOGRAFÍA «Al público», en Noticioso y Lucero. La Habana, 13 (147): [l-2], may. 27, 1844. [Araújo de] Lira [Isidoro]. «El Diario [de la Habana] y nosotros», en Noticioso y Lucero de la Habana. La Habana, 9 (79): 2, mar. 20, 1841. Aritmético curioso, El, seud. de ? «(Comunicado)», en El Noticioso y Lucero de la Habana. La Habana, 2 (156): [2-3] jun. 6, 1834; «Comunicado», en El Noticioso y Lucero de la Habana. La Habana, 2 (218): [2-3] ago. 7, 1834; «Comunicado», en El Noticioso y Lucero de La Habana. La Habana, 2 (250): [2-3] set. 8, 1834; «Comunicado», en El Noticioso y Lucero de la Habana. La Habana, 2 (276): [2-3] oct. 6, 1834. Llaverías, Joaquín. «[Lucero de la Habana]», en su Contribución a la historia de la prensa periódica. T. 1. Prefacio de Emeterio S. Santovenia. La Habana, Talleres del Archivo Nacional de Cuba, 1957, p. 62, 64, 66, 68, 70, 72, 74-79 (Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, 47). Prieto Morales, Abel. «El primer Noticioso y Lucero de La Habana», en Pinar del Río. Pinar del Río, 2 (22): 13-15, jun., 1949.

Recurso: Diccionario de la Literatura Cubana on Buho.Guru