Papel Periódico de La Havana

(La Habana, 1790-1864). Fue fundado a iniciativa del gobernante español don Luis de las Casas, quien fue uno de sus redactores principales, junto con Diego de la Barrera, Tomás Romay y José Agustín Caballero. El primer número correspondió al 24 de octubre, y en él se insertaba un«Prospecto» en el que se decía: «En las ciudadespopulosas son de muy grande utilidad los papeles públicos en que se anuncia a los vecinos quanto [sic] ha de hacerse en la semana referente a sus intereses o a sus diversiones. La Havana cuya población es ya tan considerable echa menos uno de estos papeles que dé al Público noticias del precio de los efectos comerciables y de los bastimentos, de las cosas que algunas personas quieren vender o comprar, de los espectáculos, de las obras nuevas de toda clase, de las embarcaciones que han entrado o han de salir, en una palabra de todo aquello que puede contribuir a las comodidades de la vida. El deseo de que nuestros compatriotas disfruten quantas [sic] puedan proporcionarse nos mueve a tomarnos el trabajo de escribir todas las semanas medio pliego de papel en que se recojan las explicadas noticias. A imitación de otros que se publican en la Europa comenzarán también nuestros papeles con algunos retazos de literatura, que procuraremos escoger con el mayor esmero. Así declaramos desde ahora que a excepción de las equivocaciones y errores, que tal ves [sic] se encontrarán en nuestra obrilla, todo lo demás es ageno [sic], todo copiado. Los aficionados que quisieren adornarla con sus producciones se servirán ponerlas en la Librería de D. Francisco Seguí que ofrece imprimirlas, quando [sic] para ello hubiere lugar y no se tocaren inconvenientes, conservando oculto o publicando el nombre del autor según éste lo previniere. Todo el que deseare vender o comprar alguna casa, estancia, esclavos, hacienda, o cualquier otra cosa, avíselo en la mencionada Librería de D. Francisco Seguí, y sin que le cueste cosa ninguna se participará al público en uno de estos papeles. Sentiríamos sobre manera que alguno se figurase que nos dedicamos a escribirlos tan solo con la mira de evitar los fastidios de la ociosidad. No carecemos de ocupaciones capaces de llenar la mayor parte del tiempo. Aquellos ratos de descanso que es preciso sucedan a las tareas del estudio son los que sacrificamos gustosamente a nuestra Patria, como sacrificó los suyos el eloquente [sic] Tulio a su amigo Tito Pomponio Ático. Prefiera el amor de nuestra Patria a nuestro reposo: Havana tú eres nuestro amor, tú eres nuestro Ático: esto te escribimos no por sobra de ocio, mas por un exceso de patriotismo. Haec scripsi non oii abundantia, sed amoris ergate.» Los diez números que vieron la luz en 1790 tuvieron una periodicidad semanal. A partir del año siguiente salió dos veces a la semana, los jueves y los domingos. En el número correspondiente al 5 de febrero de 1792 el «Redactor» ofrece el público un «Discurso sobre el Periódico», en el que amplía los objetivos de la publicación: «Sería superfluo que yo digese [sic] qual [sic] debe ser el principal objeto del Periódico o Papel público. Creo que, fuera de lo que es vulgo, nadie lo ignora; y si hemos visto que en algunos se ha gastado lastimosamente el tiempo con meras puerilidades, esto no nace de ignorarse el fin de su instituto. A mi ver consiste en que hasta ahora no ha habido quien quiera dedicarse a introducir en ellos, a más de las noticias útiles, alguna materia continuada de las que ilustran el entendimiento o de algunas bellas invenciones honrosas a la Patria, e interesantes a los deberes de la Sociedad. Así se practica con el Periódico de Madrid y de otros pueblos civilizados. Atacar los usos y costumbres que son perjudiciales en común, y en particular corregir los vicios, pintándolos con sus propios colores, para que mirados con horror se detesten; y retratar en contraposición el apreciable atractivo de las virtudes, serían en mi concepto unos asuntos muy adecuados al objeto del Periódico. El Gobierno, que conociendo toda su importancia lo ha establecido y sostiene con laudable zelo [sic]; presenta un poderoso estímulo, y abre puerta bastante a los literatos para que introduzcan en él algunas útiles producciones, y las continúen. En este pueblo no faltan hombres de esta clase, cuya fortuna o bienes, y su vida privada les proporciona tiempo para dedicarse a esta tarea literaria. Sería pues de desear que algunos de estos individuos se uniesen a trabajar por semanas alternativamente, o según quisiesen acordarlo. Con el tiempo tendrían sin duda la satisfacción de ver alguna enmienda en las costumbres y vicios contra que declamasen, o la de entretener con utilidad, instruir o adelantar en otras materias de carácter estimable que quisiesen tomar por asunto. Siempre se sacaría alguna ganancia, y quando [sic] menos obtendrían justamente el aprecio y gratitud del Público unos ciudadanos cuyos discursos conspiraban al común beneficio.» Del año 1793 se han localizado solamente siete ejemplares. En ese año, al constituirse la Sociedad Patriótica de la Havana, Las Casas le cedió a dicha institución la dirección y administración del periódico. Se nombró una diputación integrada por Agustín de Ibarra, Joaquín Santa Cruz, Antonio Robredo y Tomás Romay, quienes, tuvieron a su cargo lo relacionado con la publicación; contó además con el aporte de José Agustín Caballero, que colaboró en la redacción del Papel desde su fundación. No se han visto números de los años 1794 y 1795. En el primero visto del año 1796, correspondiente al 3 de enero, aparece inmediatamente después del título de la publicación y de la fecha, el nombre de D. R. González, quien fue, según suponemos, el redactor en aquellos momentos. Varios autores coinciden en señalar que en el número 31 de 1797 (de este año no se ha visto ningún ejemplar) se insertó un nuevo plan de redacción, mediante el cual se dividía el trabajo entre un mayor número de socios y se encargaba a doce de ellos, que entraban por turno mensual, su realización. Para conocimiento del público se ponía en el encabezamiento del periódico el nombre del diputado redactor, aunque de esta forma ya aparecía, como lo hemos indicado, desde 1796, o quizás desde antes de ese año. Así, los individuos que compusieron la diputación del periódico en el año 1797 fueron: en enero, Don Alonso Benigno Muñoz; en febrero, Don Tomás Romay; en marzo, Don Juan González; en abril, Don Antonio Robredo; en mayo, Don José Agustín Caballero; en junio, Don Domingo Mendoza; en julio, Don José Antonio González; en agosto, Don Agustín de Ibarra; en septiembre, Don Nicolás Calvo; en octubre, Don Juan Manuel O'Farrill; en noviembre, Don Francisco de Arango y Parreño, y en diciembre, Don José Arango. En el número correspondiente al 13 de junio de 1799 se publicó en forma de suplemento una comunicación firmada por el secretario de la Real Sociedad Patriótica, Alfonso de Viana, en la que se explica que, después de emplear varios sistemas para asegurar la mejor organización del Papel Periódico, se habían tomado medidas. Dice textualmente lo siguiente: «La última [medida] fue encargar su redacción al cuidado de dos de sus socios de conocida literatura, que la han desempeñado por espacio de un año. Pero hallándose dichos señores [quizás se refiera a Romay, Caballero o Félix Varela] muy ocupados para seguir cumpliendo con tal obligación, la Sociedad Patriótica pedía que le presentasen, por memorial, solicitudes para la plaza fija de redactor, que tendría a su exclusivo cargo todo lo relacionado con la preparación de los números del Papel.» Obtuvo la plaza Manuel de Zequeira y Arango, quien comenzó sus labores el 14 de agosto de 1800. Diversos temas se abordaron en el Papel Periódico: morales y sociales, sobre educación, urbanismo, modas, cultura, espectáculos públicos, crítica social. Publicó poemas, discursos sobre diferentes materias, decretos oficiales, noticias del interior de la isla y de Europa, trabajos sobre ciencias físicas y naturales, nuevos descubrimientos científicos, observaciones meteorológicas. Colaboraron en sus páginas José María Peñalver, José Anselmo de la Luz, M. García, J. B. Galainena, y Manuel de Zequeira, quien firmó con los seudónimos El redactor, Armenan Queizel, Ezequiel Armuna, Anselmo Erquea y Gravina, Raquel Yum Zenea, Izmael Raquenue, El observador de la Habana y Z.M.Z. También aparecieron trabajos firmados con los seudónimos El amigo de los esclavos (seud. de José Agustín Caballero), Lisarda, El Forastero, El amigo del duende y Zamacola. El último número visto corresponde al 25 de abril de 1805. Al final de los volúmenes que contienen los números publicados en 1790, 1791 y 1792, aparecen los índices respectivos. Preparado por Fermín Peraza y Sarauza fue publicado un «Índice del Papel Periódico de La Havana», que apareció en la Revista Bimestre Cubana (La Habana, 51-67, 1943-1951). Compilado por Cintio Vitier, Fina García Marruz, Feliciana Menocal y Araceli García Garranza, miembros del Depto. de Colección Cubana de la Biblioteca Nacional «José Martí», se ha confeccionado también su índice, el cual se encuentra a disposición del público en dicho departamento. Continuación del Papel Periódico de la Havana fue El Aviso. Papel periódico de la Havana, cuyo primer número vio la luz el 2 de junio de 1805. Era redactado por Tomás Agustín Cervantes. Su periodicidad era trisemanal. En él aparecieron artículos costumbristas y sobre moral. Algunos trabajos sobre música, educación, teatros, también hallaron cabida en sus páginas, así como letrillas, fábulas, noticias de Cuba y de Europa, estadísticas, movimiento portuario, adelantos agrícolas y notas sobre ciencias e historia. Entre sus colaboradores figuran J. Hdez., Ramiro Nazito (seud. de Mario Ortiz), Patán Marrajo (seud. de J. B. de Arazoza), Manuel Zequeira, quien publicó unas décimas con su seudónimo El Marquez [sic] Nueyas, Ciriaco Arango, Miguel de Arriaga, el guatemalteco Simón Bergaño y Villegas, Juan Bernardo O'Gavan, Joseph Antonio de la Ossa y Tomás Romay. Su publicación se extendió hasta el 29 de diciembre de 1808. Fermín Peraza Sarauza preparó y publicó el Índice de El Aviso (1805-1808) (La Habana, Eds. Anuario Bibliográfico Cubano, 1944), correspondiente al tomo 5 de la colección Biblioteca del Bibliotecario, que él mismo dirigía. Sucesor de este periódico fue El aviso de la Habana. Papel periódico literario-económico, que comenzó el 1º de enero de 1809, con la misma periodicidad que el anterior y dirigido, igualmente, por Tomás Agustín Cervantes, quien firmaba sus trabajos con el seudónimo El redactor. Publicó los mismos materiales que su antecesor y los colaboradores fueron también los mismos. A ellos hay queagregar El reparón y Un patriota. Publicó algunas composiciones de los poetas españoles Juan Nicasio Gallego y Juan Bautista de Arriaza. En agosto de 1810 dejó de publicarse. El último ejemplar visto correspondió al día 19 de mes citado. Fermín Peraza Sarauza preparó y publicó el Índice del Aviso de la Habana (1809-1810) (La Habana, Eds. Anuario Bibliográfico Cubano, 1944), correspondiente al tomo 7 de la ya mencionada colección Biblioteca del Bibliotecario. Continuación de este periódico fue el Diario de la Habana, cuyo primer número salió el lº de septiembre de 1810. A lo largo de su existencia el título de esta publicación sufrió algunos cambios. Mantuvo el ya mencionado hasta el 22 de julio de 1812, año en que también amplió su formato. Se leía debajo del título: «Este periódico de la real Sociedad patriótica está destinado para la publicación de asuntos de oficio.» Fue Diario del Gobierno de la Habana desde el 23 de julio de 1812, con la siguiente caracterización: «Por la real Sociedad Patriótica, en que se publican todas las noticias y asuntos de oficio y otras materias literarias con arreglo, a su prospecto.» En 1820, alrededor del mes de abril, el título del periódico era Diario Constitucional de la Habana. Se lee Diario del Gobierno de la Habana en el número correspondiente al 10 de diciembre de 1823, aunque no puede precisarse si ésta es la fecha en que comienza con tal título, ya que se han visto números sueltos. Desde este fecha el formato se hace más pequeño. Entre el lº de febrero de 1825 y el 3 de febrero de 1848 se publicó con su título original de Diario de la Habana. Fue dirigido, de 1810 a 1816, por Tomás Agustín Cervantes; de 1816 a 1824 por José de Arazoza; de 1824 a 1831 por Antonia de la Cámara, viuda de Arazoza, y desde 1831 por José Toribio de Arazoza. Divididas las páginas del periódico en «Parte Oficial» y «Parte no oficial», además de algunas otras secciones, trató en la primera sobre comercio, política europea, movimiento del puerto, decretos, tribunales, asuntos económicos; en la no oficial aparecieron poemas, folletines, «Ramilletes habaneros» -especie de crónicas sobre la sociedad capitalina-, acontecimientos teatrales, noticias culturales de Europa, discursos, crítica literaria, artículos geográficos, históricos, científicos, de costumbres, sobre las sociedades de instrucción y recreo. Desde el año1836 dio a conocer en el número primero de cada año un resumen de los acontecimientos más notables del año anterior. A partir de 1840 aumentaron lo noticias de los pueblos del interior del país, que se detallaban en la sección «Boletín cubano», más tarde denominada «Correo de la Isla». Figuraron en sus páginas, además, comentarios sobre las literaturas europeas, biografías de hombres notables y un sin número de trabajos sobre vías de comunicación; guerras; piratería marítima; terremotos; huracanes; incendios; explosiones; grandes acontecimientos históricos, como las guerras napoleónicas, de independencia de América y la denominada guerra «carlista» de España. Colaboraron en sus páginas, además de otros muchos escritores, Ramón Vélez Herrera, J. F. Fresneda, Tomás Romay, Ildefonso Estrada y Zenea, Ramón de Palma, Manuel Orgallez, Narciso Foxá, Rafael de Cárdenas, Miguel Teurbe Tolón, El Lugareño (seud. de Gaspar Betancourt Cisneros), Gertrudis Gómez de Avellaneda, Felipe Poey, José Güell y Renté, Miguel de Cárdenas y Herrera (M. de C. y H.), Felicia (Virginia Felicia Auber). El último número publicado correspondió al 2 de febrero de 1848. José Andrés Martínez Fortún y Foyo ha publicado, en una edición mimeografiada, Diario de la Habana en lamano; índice y sumarios (años de 1812 a 1848) (La Habana, 1955). Sucedió a este periódico el titulado Gaceta de la Habana, cuyo primer número apareció el 3 de febrero de 1848. José Toribio de Arazoza, que fue su director, publicó en dicho número un artículo titulado «Al público», en el cual expresaba entre otras observaciones lo siguiente: «La munificencia de la escelsa [sic] Reina que rige hoy los destinos de nuestra magnánima Nación se ha dignado concederme la publicación de este periódico en los términos en que tengo el honor de ofrecerle al público de la Habana, con cuyo amparo comienza en este día, bajo el gobierno del ilustre General [se refiere a Leopoldo O'Donell], a quien tanto debe el país y a quien tanto tienen que agradecer cuantos por el orden legal se acojen [sic] a su protectora autoridad y benevolencia. Mi difunto padre D. José de Arazoza, cuya memoria es para mí tan honrosa, dedicó sus servicios a este público en la redacción del Diario de la Habana, y mientras estuvo a su frente mereció siempre la protección de las autoridades y la distinción general. Desde 1831 se sirvió mi señora madre encargarme la dirección de dicho periódico, y para desempeñarla no he hecho más que seguir la senda trazada por mi señor padre, cabiéndome por ello la honra de que tanto el Gobierno como el público me hayan dispensado las más altas consideraciones y otorgado el más cordial beneplácito. Y al ofrecer ahora mis servicios a este mismo público en la nueva empresa que tomo sobre mis hombros, a cuyo frente me ha colocado la inmensa bondad de nuestra augusta Reina, sólo me alienta la esperanza de que continuará dispensándome la misma protección que hasta aquí.» Y más adelante añade: «Nada me toca decir tampoco sobre la marcha del periódico. El mismo sistema de circunspección que ha observado el que hasta ahora he dirigido, será el que ha de seguir la Gaceta: y los colaboradores con que cuenta la Redacción me hacen esperar desde luego que en manera alguna se apartará el periódico de esta senda.» Hasta alrededor de mediados de 1864 el periódico, que continuó apareciendo diariamente, mantuvo la mismas características del Diario de la Habana. Siguieron las mismas secciones, los folletines y «Ramilletes», la «Parte oficial», la «Parte Judicial», la «Parte económica», y continuó publicando poesías y discursos. Se creó una nueva sección, «Ciencia, literatura y amenidades» que trataba sobre diferentes asuntos culturales y de actualidad. También apareció «Gacetín local», «Gacetín religioso» y «Variedades». Los colaboradores fueron, en general, los mismos, aunque a sus nombres hay que agregar los de Antonio E[nrique] de Zafra y Wenceslao de Sotolongo, entre otros. A mediados de 1864, como ya hemos señalado, fueron escaseando las colaboraciones literarias, hasta convertirse la Gaceta en un diario puramente de información oficial, circunscrito a las diferentes actividades de gobierno. Entre 1898 y 1902 salió el periódico con texto en inglés y en francés; ese último año su título varió a Gaceta oficial de la República de Cuba, con el subtítulo de «periódico oficial del Gobierno de la República de Cuba. En ese mismo año asumió su dirección Rafael de Arazoza y Verdugo. Continuó apareciendo ininterrumpidamente hasta 1968. Con posterioridad ha visto la luz con,una frecuencia irregular. Mantiene su característica de publicación dedicada a dar a conocer las leyes, disposiciones, acuerdos, etcétera, del gobierno de la República de Cuba.

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Recurso: Diccionario de la Literatura Cubana on Buho.Guru