Religiosidad Popular
Creencias de la población. Según Enrique Dussel, se trata «de un momento de la cultura popular … creencias subjetivas populares, símbolos y ritos, junto a comportamientos o prácticas objetivas con sentido, producto de historia … que no debe confundirse con la religión oficial». En el contexto latinoamericano, puede entenderse como todo lo anterior, pero en relación directa con una población de origen catolicorromano. Sus críticos señalan las formas idolátricas y supersticiosas de practicar la fe (con elementos de superstición, magia, fatalismo, fetichismo, ritualismo y de evangelización parcial prevalecen en ese ambiente), y apuntan generalmente a la tolerancia con la que la iglesia oficial contempla el fenómeno.
En realidad, el sincretismo religioso predomina en grandes sectores de la población latinoamericana y de otras regiones del mundo. No puede estudiarse la cultura de esos pueblos sin observar su religiosidad popular, contrastada con la religión oficial. En Cuba, la religiosidad popular es, como en muchos otros lugares, eminentemente sincrética, y agrupa elementos de catolicismo, espiritismo y religiones afrocubanas. Esa situación es muy similar a la de otras regiones del Caribe y del Brasil. En naciones con grandes poblaciones indígenas, la religiosidad popular, en vez de asociar a los santos del calendario católico con deidades de origen africano, es rica en elementos extraídos de las creencias de sus diversas tribus y pueblos. Los santos sustituyen allí a las divinidades autóctonas.
Es importante recalcar que la religiosidad popular se puede entender como la suma de las expresiones religiosas populares. El contacto entre diversas religiosidades produce una síntesis inevitable en ciertos niveles, como se demuestra aun en el caso de religiones universales como el Islam, resultado no solo del profetismo de Mahoma, sino de la suma de creencias antiguas de los árabes, del judaísmo y de las iglesias cristianas establecidas en la región.