no llegar la sangre al río
No ser una riña o una pelea tan dura ni tan violenta como en un principio se creía. Después del partido algunos jugadores de los dos equipos empezaron a pelearse, pero al final reinó la paz y la sangre no llegó al río. Era habitual que en la antigüedad muchas batallas se celebraran cerca de los ríos, por el simple hecho de que estos suponían una primera defensa de las ciudades. Como la ciudad solía estar enclavada en una zona alta, era lógico, pues, que la sangre de los muertos y heridos corriera hacia el río.
Diccionario de refranes, dichos y proverbios