grifo
Es realmente sabroso pensar que un acto tan cotidiano como el de lavarnos, o fregar o cualquier otra acción que necesite abrir un grifo es una ignorada vuelta a la mitología, por la sencilla razón de que un grifo era, exactamente, un animal fabuloso de cuerpo de león y cabeza y alas de águila. Ocurre que el cotidiano aparato tiene un nombre que nos llegó del latín gryphu(m), con este mismo valor, pero que encuentra su origen en griego gryps, y se ha llegado a emparentarla con el hebreo Kerubh, la palabra bíblica que significa 'querubín', ese ángel alado representado con mucha frecuencia con cabeza humana y cuerpo de animal.
El paso de la mitología a nuestro cuarto de baño o cocina debemos buscarlo en la inveterada costumbre de fabricar esas llaves de paso con forma de cabezas de animales fantásticos, que era una sencilla forma de imitar las gárgolas de las catedrales, tuberías y canalones con formas fabulosas que tenían la sencilla misión de canalizar el agua. Y esta costumbre estaba tan extendida que aún hoy encontramos que, por ejemplo, también en catalán grifo se diga aixeta y en aragonés jeta, en clarísima referencia a la cara del animal. Algo parecido ocurre en francés con la palabra robinet, tomada de una forma medieval de robin, el 'carnero', y en el alemán con Hahn, otra palabra para decir 'grifo', y que significa también 'gallo', como sucede con la palabra inglesa cock, que ya en el siglo XV tenía el valor habitual de 'tubería' y 'grifo', en el siglo XVI valía para llamar al 'percutor de un arma de fuego', y hoy, entre otras cosas, también tiene el valor de 'gallo'.
Diccionario del origen de las palabras