ella
La fastidiosa y redundante repetición de este pronombre es uno de los caracteres más notables del estilo afrancesado. Copio de escritos modernos los pasajes siguientes:
He leído con tanto gusto como aprovechamiento el libro que me envías; él es tan instructivo como ameno, él aumentará tu ya envidiable reputación."
"El hombre quiere saberlo todo, y él se hace desgraciado por el deseo de lo superfluo."
Nada costaba decir:
He leído con tanto gusto como aprovechamiento el libro que me envías: igualmente instructivo que ameno, aumentará sin duda tu ya envidiable reputación.
El hombre quiere saberlo todo, y labra su desdicha con el anhelo de lo superfluo.
Vaya ahora por vía de pasatiempo y broma para reír un trozo de cierta famosa traducción del Telémaco que se publicó en la Gaceta de Madrid el año 1798. Dice así:
"Desde luego ella mostró en su hermosura una mansedumbre y una modestia capaz de rendir los corazones más irritados. Ella lisonjeó a Beleazar con alabanzas las más finas y más insinuantes: ella le hizo presente cuánto la había amado Pigmaleón, ella le conjuró por sus cenizas que le tuviese lástima, ella invocó a los dioses como si los hubiese adorado sinceramente, ella vertió torrentes de lágrimas, ella se arrojó a los pies del nuevo rey; pero en seguida ella no olvidó nada para hacer sospechosos etc."
Mentira parece que tamaños dislates hayan sido escritos por un español; y sin embargo nada es más cierto. Todos estos ella, más y una, repetidos por necesidad en francés, completamente ociosos en castellano, sobre hacer arrastrado, lánguido y truncado el estilo, encierran nuestro idioma en el círculo inflexible de una construcción extranjera que le priva de su libertad y gallardía natural.
Diccionario de galicismos