A buey viejo, cencerro nuevo.

Así dicen, al menos, los labriegos, persuadidos de que el tintineo del cencerro estimula el paso de la yunta. Con análogo sentido, recomienda al hombre ya viejo que, si se casa, lo haga con moza lozana y no con vieja, aunque luego puedan decirle aquello de A la vejez, aladares de pez.

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