A la de amarillo, no es menester pedillo.

Se utiliza en alusión a personas de poca honra o mala fama. Se acuñó el refrán en tiempos de Luis IX de Francia, cuando, para diferenciar a las prostitutas de las damas, se ordenó que estas últimas ciñeran en la cintura una banda amarilla. Pero como las rameras, para no parecer que lo eran, adoptaron también este distintivo, la confusión creada hizo nacer este otro refrán: Más vale buena fama que cintura dorada.

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