Manos blancas no ofenden.

Este refrán -título de una comedia de Calderón- indica que las ofensas de las mujeres no lastiman el honor del hombre, y se ha hecho famoso desde que Calomarde, ministro de Fernando VII, respondió con él a la histórica bofetada que le propinó en palacio la irritada infanta Carlota, con motivo de la derogación de la ley sálica.

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