No los que tienen poco son pobres, mas los que mucho desean.

Así mencionado en la Celestina, Correas lo recoge como No es pobre el que tiene poco, sino el que codicia mucho. En uno y en otro se da a entender lo mismo: que son más desgraciados los que, siendo ricos, codician más que los pobres, que no teniendo nada se ven satisfechos.

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