Salud es al enfermo la cara del médico.

Dice que por lo regular la sola presencia del médico actúa bienhechoramente sobre el estado del enfermo. No ocurría lo mismo con Molière, quien, postrado una vez de cierta gravedad, cuando le anunciaron la visita del médico, exclamó dando un respingo: «¿El médico? ¡Qué horror! ¡Decidle que no puedo recibirle, que estoy enfermo!».

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