do-re-mi-fa-sol-la-si

El nombre de las notas musicales que, como se sabe y aunque parezca extraño, son de género masculino (un «do sostenido», el «do de pecho») por ser el tono a lo que aludimos, no es, pese a lo que podría pensarse, el mismo para todos los países. Así, por ejemplo, los ingleses, los norteamericanos o los alemanes llaman a las notas como lo hacían los antiguos griegos, usando las letras del alfabeto, pero empezando por la C, que corresponde a do, de esta forma: C = do, D = re, E = mi, F = fa, G = sol, A = la y B = si.

Por el contrario, en países latinos como España, Portugal, Francia e Italia, las notas musicales tienen su origen en un poema, en un himno de vísperas, exactamente el que dedicó Juan el Diácono a san Juan Bautista. Y fue allá por el siglo XI cuando el monje benedictino Guido d'Arezzo, excelente músico italiano, tomó las primeras sílabas de algunas de las palabras de la primera estrofa de dicho himno y bautizó esos tonos que él había establecido, de forma que quedaba constituida la escala musical.

La famosa primera estrofa del Himno a san Juan Bautista era así:

Ut queant laxis resonare fibris

mira gestorum famuli tuorum

solve polluti labii reatum

Sancte Iohannes.

Lo que, más o menos, viene a querer decir: «San Juan, para que tus siervos puedan cantar a plena voz las maravillas de tus hechos, libera sus labios impuros.» Sólo quedaba ordenarlas y ya estaba hecho. El genial invento era perfecto, si no hubiera sido porque se descubrió que una nota más equilibraría el sistema, y eso también se hizo. En el siglo XVI se añadió una última nota, cuyo nombre no presentó problemas: se tomaron las iniciales de las últimas palabras de la estrofa y había nacido la nota si. Por último, hacia 1600, otros músicos, paisanos de fray Guido, cambiarían el primitivo ut (conservado en Francia, no obstante) por do, quizá por parecerles éste más suave.

Recurso: Diccionario del origen de las palabras on Buho.Guru