embelesar

Este cultísimo, poco frecuente y poético verbo encuentra un lugar entre estas páginas por su curiosa procedencia. Decimos que algo nos embelesa cuando nos encanta, nos fascina, casi nos atonta, como una música, un aroma o unas imágenes que nos transporten a otros mundos. Y a otros mundos, o, más concretamente, al otro mundo era a donde casi iban los peces, víctimas de un narcótico usado por los pescadores, que obtenían de una planta llamada, precisamente, belesa, conocida desde hace siglos por sus propiedades hipnóticas. Los pescadores, sabedores de estas cualidades, arrojaban belesas al río, de modo que, al poco tiempo, los peces se adormecían -se embelesaban- y se dejaban pescar sin más complicaciones.

Es este de embelesar uno de los variados ejemplos que nos ofrece el mundo de la pesca, que es uno de los que más símiles proporciona para transmitir la idea de 'ser sorprendido, ser cogido, ser imprudente, etc.'. Recuérdense, a este respecto, expresiones como caer en la(s) red(es), morder el anzuelo, pescar (a alguien), picar ('caer en un engaño, en una broma'), por la boca muere el pez, etc., que no necesitan más explicación por ser de uso cotidiano.