concisión

Grande y preciosa cualidad literaria es sin duda la que, sin perjuicio de la claridad, exactitud y pureza del lenguaje y estilo, comunica a este una valiente rapidez en las frases y los períodos, con la cual interesa vivamente al lector, le instruye pronto y no le cansa nunca. Modelos excelentes de esta manera de alocución tenemos en la lengua castellana, porque ella se presta a maravilla a revestir todo género de formas: pero, hablando propiamente y en general, menos a su genio y carácter que al de la lengua francesa se adapta la manera de escribir que, cortando la redondez de una oración numerosa, abreviando período y suspendiendo el sentido de las proposiciones con cláusulas desatadas, caracteriza el estilo, enérgico sí, pero también con frecuencia inarmónico y duro, que tiene el nombre de conciso.

Demás de que, este género de concisión, muchas veces elíptico, muchas idiomático, difiere por extremo de la concisión que consiste en reconcentrar, o si decimos, condensar las ideas, más bien que en escatimar las palabras. A esta suerte de concisión en realidad la verdadera, se acomoda y ajusta sin esfuerzo ninguno el castellano, no obstante, su decidido amor a la pompa de la dicción y al ritmo y cadencia de la frase. No tanto a la otra, por cierto más propia de un idioma sujeto, como el francés, a mil trabas gramaticales, que del que, libre de ellas, como el nuestro, campea gallardamente en el vasto campo de una sintaxis atrevida y generosa.

Véase aquí, como ejemplo, la traducción literal de unas cuantas frases francesas.

"¿La libertad consiste en la independencia? hay pocos hombres verdaderamente libres" donde la claridad del concepto y el genio de la lengua española piden que diga: Si la libertad consiste en la independencia, pocos hay que sean verdaderamente libres; o conservando el carácter interrogativo de la frase ¿Consistiría, por ventura, la libertad en la independencia? pocos serían entonces verdaderamente libres.

¿Tiene el magistrado rectas ideas? no es bastante: es indispensable un juicio atinado. ¿Falta a los hombres la justicia? todos pierden la voz: los pueblos pierden las costumbres; y se ve que más hay jueces, más hay leyes y más hay criminales."

Vuelta al castellano esta jerigonza, es como sigue: En vano sea que el magistrado tenga rectas ideas si carece de juicio atinado; y donde falta la buena administración de justicia todos enmudecen, pierde el pueblo sus costumbres, y, al paso que los jueces y las leyes, se multiplican los crímenes. O de otro modo: No basta que el magistrado tenga recias ideas si carece de juicio atinado; y ¿falta por ventura la buena administración de justicia? entonces todos enmudecen, huyen del pueblo las antiguas costumbres, y, con los jueces y las leyes se multiplican los crímenes.

"En Occidente, y a pesar de la imitación del Oriente, los monasterios han tenido un otro origen; ellos han comenzado por la vida común, por la necesidad, no de aislarse, sino de reunirse. La sociedad civil era presa de toda suerte de desastres; nacional, provincial o municipal, ella se disolvía por todas partes; todo centro, todo asilo faltaba a los hombres que querían discutir, ejercitarse, vivir juntos. Encontraron uno en los monasterios; la vida monástica no tuvo así, al nacer, ni el carácter contemplativo, ni el carácter solitario: fue al contrario muy social, muy activa; encendió un foco de desarrollo intelectual; sirvió de instrumento a la fermentación, y a la propagación de las ideas."

Si no me engaño, este estilo suelto, descosido y, por decirlo así, graneado, no es de índole española. Probemos a traducir con más esmero el pasaje anterior y veamos si es dable conservarle la rapidez sin mengua de la elegancia.

No obstante el ejemplo de los monasterios de Oriente, los de Occidente tuvieron distinto origen; como que empezaron por la vida común y por la necesidad de reunir a los hombres, no de aislarlos. Víctima de todo género de desventuras, la sociedad civil (nacional provincial o municipal), se disolvía do quiera; y no había asilo alguno donde se guareciesen los que aspiraban a vivir en común para discutir y dedicarse a la virtud. Sirvieron de tal asilo los monasterios; por lo cual, lejos de tener su regla al nacer carácter comtemplativo ni solitario, fue muy sociable y activa, dio pábulo al fuego del desarrollo intelectual, y se convirtió en instrumento de la fermentación y propagación de las ideas.

Si bien se mira, la especie de concisión que resulta de los pasajes anteriores proviene de tres cosas: una, la falta de nexos (conjunciones, relativos, partículas copulativas) entre los diferentes miembros de un período o entre los diferentes incisos de una frase; otra, ciertos modos de hablar idiomático que no pueden pasar a nuestra lengua, y la tercera, la forma interrogativa de las oraciones que, en francés, hace inútiles ciertos adverbios.

Esta forma interrogativa debe emplearse con mucha sobriedad en castellano: los idiotismos son exclusivamente propios de cada lengua, y, en cuanto a supresiones de nexos, tengo para mí: 1.º que pocas veces dimana sólo de ella la energía del discurso; 2.º que, por el contrario, en ocasiones le debilita; 3.º que hace con frecuencia oscura la locución; 4.º que priva a esta de gracia y armonía.

Los escritos de Antonio Pérez, algunas obras de Quevedo y las Empresas de Saavedra Fajardo, ofrecen copiosos ejemplos de los inconvenientes que se tocan forzando nuestra lengua a una extremada concisión que repugna su naturaleza. Por lo cual parece que el método más seguro es huir del monótono y seco clausulado que hicieron de moda en Francia Montesquieu y sus imitadores; interpolar los incisos y períodos largos con otros de menos extensión; y, en fin, no olvidar nunca la regla que prescribe, como indispensable requisito de belleza, la variedad en la unidad.

"De aquí venía (en el estilo de Antonio Pérez) aquel recoger y estrechar un pensamiento en cortísimo espacio, dejando a este fin mancas o mutiladas algunas de sus cláusulas con cortes de la concisión latina, siempre opuesta a la construcción que exigen las lenguas vulgares para su claridad y para evitar el sentido equívoco y anfibológico de las frases." CAPMANY, Teatro de la eloc., t. 3.º, p. 517.

Y en otra parte (p. 520): "Ambos (Antonio Pérez y Fray Luis de León) rompieron las ligaduras de las transiciones, quitando la fluidez y redondez de la frase con la violenta colocación de las palabras, que invierte el orden natural y gramatical de la lengua."

Veamos ahora algunas muestras del buen estilo conciso y enérgico castellano.

"Muchos (saguntinos) juntando el oro, plata y alhajas en la plaza, les pusieron fuego y en la misma hoguera se echaron ellos, sus mujeres y hijos, determinados obstinadamente de morir antes que entregarse... Los moradores fueron pasados a cuchillo, sin hacer diferencia de sexo, estado ni edad. Muchos, por no verse esclavos, se metían por las espadas enemigas; otros pegaban fuego a sus casas, con que perecían dentro dellas quemados con la misma llama. Pocos fueron presos; y éste fue casi sólo el saco de los soldados, dados que muchas preseas se enviaron a Cartago, muchas fueron robadas por los mismos, ca no pudieron los moradores quemallo todo." MARIANA.

"Obra será esta (la Expedición de los catalanes y aragoneses) aunque pequeña, por el descuido de los antiguos (largos en hazañas, cortos en escribirlas), llena de varios y extraños casos; de guerras continuas en regiones remotas y apartadas con varios pueblos y gentes belicosas; de sangrientas batallas y victorias no esperadas; de peligrosas conquistas acabadas con dichos fin por tan pocos y divididos catalanes y aragoneses, que al principio fueron burla de aquellas naciones, y, después, instrumentos de los grandes castigos que Dios hizo en ellas... En todos estos sucesos no faltaron traiciones, crueldades, robos, violencias y sediciones: pestilencia común no sólo de un ejército colectivo y débil por el corto poder de la suprema cabeza, pero de grandes y poderosas monarquías... Con la soberbia de los buenos sucesos, desvanecidos con su prosperidad, llegaron a dividirse en la competencia del gobierno: divididos a matarse; con que se encendió una guerra civil, tan terrible y cruel, que causó sin comparación mayores daños y muertos que las que tuvieron con los extraños." MONCADA.

"Colocada en un punto tan alto la perversidad de aquella gente (los romanos de las bacanales) como si de él se presentase a sus ojos la amplísima región del vicio, vio que aún le faltaba grandes espacios adonde extenderse, y empezó a discurrir por todos ellos. No hubo pasión a quien no se rompiesen los diques. Como si el fuego de la incontinencia hubiese encendido el de la ira, al abandono del pudor se siguió el de la humanidad. En aquellos congresos se decretaban asesinatos, se recetaban pociones venenosas, se inventaban calumnias, se formaban conspiraciones de testigos falsos, se fabricaban donaciones, contratos y testamentos fingidos; de modo que en Roma nadie tenía seguras la honra, la hacienda, o la vida." FEIJOO.

¿Nótase acaso en estos bellísimos pasajes falta de algún nexo preciso, no ya para la claridad y exactitud, pero ni aun para la elegancia, fluidez y armonía de la dicción? No tan sólo se nota, sino que se advierte lo contrario: sobra de partículas copulativas cuya supresión habría reducido el discurso, puesto que, en mi sentir, no le hubiera dejado ni más vigoroso ni más terso; antes sí oscuro y enigmático.

Veamos ahora muestras de un estilo diferente, esto es, del conciso a la francesa, o a la latina.

"El señor perpetuo de las edades es el dinero: o reina siempre, o quieren que siempre reine. No hay pobreza agradecida ni riqueza quejosa; es bienquista la abundancia, y sediciosa la carestía. La liberalidad del tirano le muda el nombre, y la avaricia al príncipe. Es de ver si puede ser cruel el dadivoso y justo el avariento. La comodidad responderá que esto no lo es, ni el otro lo puede ser. Puede ser que esto no sea verdad; mas no puede dejar de ser verdad que ella responderá esto. Lágrimas contrahechas se derraman por padres, hijos y mujeres perdidos, y solamente alcanza lágrimas verdaderas la pérdida de la hacienda. Yo afirmo que lo bueno en lo malo es peor, porque ordinariamente es achaque y no virtud, y lo malo en él es verdad, y lo bueno mentira. Mas no negaré que lo malo en el bueno es peligroso y no mérito." QUEVEDO.

"Apenas hay instrumento que por sí solo deje perfectas las obras. Lo que no pudo el martillo, perfecciona la lima. Los defectos del telar corrige la tijera, y deja con mayor lustre y hermosura el paño. La censura ajena compone las costumbres propias. Llenas estuvieran de motas si no las tundiera la lengua... No tiene el vicio mayor enemigo que la censura. No obra tanto la exhortación o la doctrina como esta, porque aquélla propone para después la fama y la gloria; esta acusa lo torpe, y castiga luego divulgando la infamia." SAAVEDRA FAJARDO.

Mal gusto mío podrá ser; pero de pasajes a pasajes estoy por los de Mariana, Moncada y Feijoo.

Pero conviene advertir que en la materia de que tratamos no es posible establecer reglas generales. La concisión es una cualidad del estilo; y como cada escritor tiene el suyo, no es dable alterar el corte de sus frases sin desfigurarle por completo. No escribe Tácito como Cicerón, no Montesquieu como Bossuet, ni Quevedo como Cervantes; con ser todos ellos correctos, puros y elegantes en un idioma respectivo. De donde se sigue que un traductor inteligente no debe construir ni distribuir a su antojo las frases y períodos del autor que le sirve de texto, sino acomodarse todo lo posible en la versión a la índole y carácter del escrito.

Fuera de esto, cuando la concisión no es cualidad general y característica del estilo de un escritor, todavía puede ser requisito indispensable del estilo de todos los escritores, según la naturaleza del asunto que tratan, y la índole de los pensamientos o afectos que intentan expresar; pues es llano y obvio que una obra didáctica requiere una elocución distinta de la que pide una novela, así como es evidente que el lenguaje de la pasión tierna difiere del de la pasión arrabatada; el de la pasión, cualquiera que sea, del de la razón acompasada y fría; y el de la pasión, y la razón, y todos, del que emplea en sus lucubraciones el cálculo, o en sus profundas abstraciones la filosofía.

Pues, según eso, dirá alguno ¿cómo se deberá escribir? Ya lo hemos indicado; pero aquí añadiremos que conforme: 1.º a la materia que se trata; 2.º a la índole de los pensamientos o afectos que se intenta expresar; 3.º al carácter de la lengua; 4.º al temple de sangre del que la maneja, sin forzar en modo alguno la naturaleza, madre de la verdad y del acierto en ciencias, artes y literatura.

Recurso: Diccionario de galicismos on Buho.Guru

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  1. concisión — f. Brevedad para expresar conceptos. Diccionario del castellano
  2. concisión — f. Brevedad, exactitud y precisión en la forma de expresarse, ya sea por escrito u oralmente: en la conferencia me felicitaron por mi concisión. Diccionario de la lengua española
  3. concisión — Sinónimos: ■ brevedad, laconismo, precisión, parquedad, sobriedad Antónimos: ■ prolijidad Diccionario de sinónimos y antónimos