TESTIMONIO

A mediados de la década del 60, y por influencia de numerosos trabajos orientados según los nuevos campos de la antropología y la sociología -Levi Strauss, Ricardo Pozas, Óscar Lewis- comienza a aparecer entre nosotros un tipo de literatura cuya imbricación con los distintos géneros literarios establecidos hacía difícil su clasificación. Dada la creciente importancia adquirida, por estos trabajos, la Casa de las Américas, al realizar en 1970 la convocatoria de su premio anual de literatura, decidió darles cabida dentro de él con la creación de un nuevo género -Testimonio-, cuya obra representativa reuniría las siguientes características?

1ª Tiene de reportaje, pero excede o las dimensiones de éste, en cuanto se trata de un libro y no de un trabajo destinado a alguna publicación periódica (diario, revista); obra que vive por sí misma donde la temática está tratada con amplitud y profundidad, destinada a perdurar más allá de la existencia efímera de los trabajos puramente periodísticos y que, por eso mismo, exige una superior calidad literaria.

2ª Aunque su objeto es relatar hechos, protagonizados por personajes literarios construidos y animados, dada la estricta objetividad y fidelidad respecto a la realidad que el testimonio enfoca, descarta la ficción, que constituye uno de los elementos de creación en la narrativa, como en la novela y el cuento.

3ª El necesario contacto del autor con el objeto de indagación (el protagonista o los protagonistas y su medio ambiente) exige que aquel objeto esté constituido por hechos o personas vivos, es decir, que no se trata de una investigación sobre acontecimientos pasados o ausentes en el espacio, respecto al investigador. Una excepción a esta característica es el testimonio retrospectivo, sobre hechos pasados o personajes desaparecidos o ausentes, cuando el autor estuvo en contacto con ellos o cuando indaga, sobre los mismos, con testigos que tuvieron aquel contacto.

4ª Si el testimonio es biográfico, no debe ser sólo el recuento de una vida por su interés puramente personal, individual, por sus valores subjetivos y estéticos. En el testimonio lo biográfico de uno o varios sujetos de indagación debe ubicarse dentro de un contexto social, estar íntimamente ligado a él, tipificar un fenómeno colectivo, una clase, una época, un proceso (una dinámica) o un no proceso (un estancamiento, un atraso) de la sociedad o de un grupo o capa característicos, siempre que, por otra parte, sea actual, vigente, dentro de la problemática latinoamericana. Esto no sólo no elimina, sino que incluye, el posible testimonio autobiográfico.

Como antecedentes podemos citar algunas obras que tienen puntos de tangencia con el género, entre ellas la autobiografía de Juan Francisco Manzano, los libros de viajeros ilustres sobre nuestra patria, las crónicas de guerra de distintos próceres o las numerosas memorias anteriores a 1966. Ese año aparece Biografía de un cimarrón, de Miguel Barnet, el primer ejemplo del género en la literatura cubana, que despertó gran interés nacional e internacional, más por el atractivo literario de la figura de Esteban Montejo -el esclavo cimarrón protagonista de la obra- que por el rigor científico de la investigación llevada a cabo. A Barnet se debe también Canción de Rachel (1969), testimonio biográfico de una conocida actriz de teatro burlesco, a todas luces inferior a su primer aporte al género.

Dos años más tarde, con influencia ostensible de uno de los libros de mayor resonancia en la América Latina en las últimas décadas -La Favela, de la brasileña Carolina María de Jesús- obtuvo mención en el género de ensayo del Concurso Casa de las Américas la obra Manuela la mexicana (1968), de Aida García Alonso. Dos años más tarde ganó mención en el propio concurso la obra Amparo, millo y azucenas (1970), de Jorge Calderón, orientada en la misma dirección que la anterior.

A partir de 1970 se hace evidente que el Testimonio va obteniendo cada vez más el favor de nuestros escritores, cuya producción se ve estimulada por la apertura del género en un concurso de tanto prestigio como el convocado por la ya mencionada Casa de las Américas y el MINFAR. Ese año aparecen tres importantes contribuciones: Julián Sánchez cuenta su vida, de Erasmo Dumpierre; Hablar de Camilo, de Guillermo Cabrera, uno de los más valiosos aportes para el estudio de la figura del Comandante Camilo Cienfuegos aparecidos entre nosotros, y el excelente Girón en la memoria, de Víctor Casáus, primera mención en el Concurso Casa de las Américas de ese año, continuador de una directriz temática dentro del género -la expresión de hechos bélicos de importancia trascendental para el triunfo y posterior consolidación de nuestro actual proceso revolucionario por parte de sus propios protagonistas-, iniciada el año anterior por el Primer Capitán Rafael del Pino con su obra Amanecer en Girón (1969), premiada en el primer concurso literario convocado por la Dirección Política del MINFAR, verdadero canto al sacrificio y a la moral combativa de aquellos que, como dice el autor, tuvieron «el privilegio de ser los primeros pilotos de combate marxistas-leninistas en este continente».

Esta directriz ha sido particularmente fructífera hasta el presente, y a las dos últimas obras citadas vienen a unirse La batalla del Jigüe (1971) del Comandante José Quevedo Pérez, premio de Testimonio en el Concurso 26 de Julio de ese mismo año, y En el punto rojo de mi kolimador (1974), que ahondando en la labor de nuestra Fuerza Aérea Revolucionaria desplegada en Girón, con la misma óptica del Capitán del Pino, nos dio el Primer Comandante Álvaro Prendes.

Paralelamente a esta directriz va surgiendo otra, orientada a testificar otro hecho «bélico» no menos importante: el trabajo cotidiano de nuestros obreros en la magna empresa de la edificación del socialismo, ejemplificada por Lengua de pájaro (1971), acucioso estudio sobre el pueblo de Nicaro -el centro más importante de extracción y procesamiento de níquel en Cuba-, escrito conjuntamente por Nancy Morejón y Carmen Gonce. A él se une MINAZ-608: coloquios en el despegue (1973), de Roberto Branly, fruto de la participación del autor como cronista en la zafra de 1970 de acuerdo con el plan conjunto de la UNEAC y de la Comisión de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido.

Deben destacarse, además, dos obras laureadas con posterioridad al año 70 y que no cabe enmarcárselas en estas dos últimas directrices generales ya apuntadas: de Enrique Cirules Conversación con el último norteamericano (Premio de Testimonio en el Concurso 26 de Julio 1972), interesante trabajo sobre Willy Stokes, el último de un grupo de inmigrantes norteamericanos que el 30 de diciembre de 1899 partió de su país hacia Cuba con el objeto de radicarse en La Gloria City -«la primera colonia norteamericana en Cuba-, construida ese mismo año por personal norteamericano perteneciente a la Cuban Land and Steamship Company, y Muy buenas noches, señoras y señores (1972), de Rigoberto Cruz Díaz, que amenamente recoge la vida y milagros por vivirla de una humilde «troupee» circense que durante más de treinta años recorrió la isla.

Por último debe destacarse en particular una obra publicada originalmente en inglés en 1961 y reimpresa de modo reciente entre nosotros por la Editorial de Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro, Los peligros del alma (1972), de Calixta Guiteras Holmes, visión del mundo de un tzotzil -la obra de más elevado nivel científico producida en el género por autor cubano-, fruto de la rigurosa labor de investigación antropológica de esta destacada investigadora del Instituto de Etnología de nuestra Academia de Ciencias.

Como puede apreciarse, la bibliografía, con que cuenta el género es ya apreciable pese a su corta existencia. Su propia amplitud -tanto temática como formal- lo convierte en el vehículo idóneo para expresar la multifacética realidad que día a día va transformando nuestra Revolución. Por ello no resulta aventurado conjeturar que en los años venideros han de producirse obras que, dada la trascendental significación del proceso revolucionario, constituirán verdaderos aportes al desarrollo del género.

BIBLIOGRAFÍA Borrego, Martín, «En el punto rojo de mí colimador», en El Caimán Barbudo, La Habana, 2ª época, (81): 30-31, ago., 1974. Bueno, Salvador, «Biografía de un cimarrón», en El Mundo del Domingo. Suplemento del periódico El Mundo, La Habana,: 6, oct. 16, 1966. Campuzano, Luisa, «Al cabo de un siglo de silencio, biografía de un cimarrón», en El Caimán Barbudo, La Habana, (8): 20-21, nov. 1, 1966. Collum, Óscar, «Canción de Rachel», en Casa de las Américas, La Habana, 10 (59): 190-192, mar.-abr., 1970. Fernández Guerra, Luis, «Cimarrón y Rachel, un continuum», en Unión, La Habana, 9 (4): 163-170, oct.-dic., 1964. López, Ramón. «El danzón de Rachel", en Casa de las Américas, La Habana, 10 (57): 122-123, nov.-dic.,1969. Moreno Fraginals, Manuel, «Biografía de un cimarrón, de Miguel Barnet», en Casa de las Américas, La Habana, 7 (40): 131-132, ene.-feb., 1967. Torre Molina, Mildred de la. «El último americano», en La Gaceta de Cuba, La Habana, (115): 30-31, sep., 1973.

Recurso: Diccionario de la Literatura Cubana on Buho.Guru

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  1. testimonio — s m 1 Declaración que alguien hace de algo que presenció o de alguna cosa que se supone sabe, particularmente en un juicio: "Su testimonio fue decisivo para el jurado", prestar testimonio 2 Cosa que sirve como prueba de algo o que lo demuestra... Diccionario del español usual en México
  2. testimonio — 1. m. Declaración en que se afirma o asegura alguna cosa: el testimonio de la acusada no convenció al jurado. 2. Prueba, justificación y comprobación de la certeza o existencia de una cosa... Diccionario de la lengua española
  3. testimonio — Sinónimos: ■ declaración, revelación, testificación, aserción, certificación, juramento ■ prueba, huella, vestigio Diccionario de sinónimos y antónimos
  4. testimonio — Afirmación de un testigo, habitualmente realizada oralmente y bajo juramento, como en un juicio. Diccionario médico