pezón
Resulta curioso saber que esta palabra está relacionada etimológicamente con los pies, pues nace a partir del latín pediciolu(m), diminutivo de pede(m), 'pie', pasando por el latín vulgar pecciolu(m), forma que encontramos en español en el término botánico peciolo, el tallito o pezón -así se llama en el Diccionario- que une la hoja a la rama. La asociación se produce seguramente, como en tantos otros casos, por la vía de una metáfora antropomórfica, es decir, por semejanza con alguna parte del cuerpo humano: la disposición y la forma de los «botoncitos» o brotes de la rama de los que nacerán las flores o el fruto recordarían a las de los dedos de un pie. Esos «botoncitos» de las ramas -primera acepción que da el Diccionario académico de pezón- serían también los que, por su forma, nos llevarían a la palabra que nos ocupa, documentada en castellano a finales del siglo XV (>> mastodonte).
Hay que decir que, ya en nuestra lengua, la palabra sufre un cambio de sufijo y el diminutivo se sustituye por el aumentativo -ón, cambio lógico si comparamos el tamaño del peciolo de una planta con el del pezón. Así, pecciolu(m) pasa de pezuelo a pezón, o quizá genera las dos formas simultáneamente. Es curioso señalar que en español, desde finales del siglo XIV existe la palabra pezuelo, 'principio o fundamento del lienzo', que no es otra cosa que un fleco de varios hilos -véase aquí la similitud con la rama y los peciolos que de ella salen- que se van entretejiendo hasta urdir la tela.
Diccionario del origen de las palabras