trabajo
Por mucho que digan que dignifica al hombre, el trabajo, al menos etimológicamente hablando, es un suplicio. Los romanos llamaban al trabajo labor, palabra también presente en nuestra lengua, aunque reducida al ámbito de la agricultura, de la costura y de la artesanía en general, y a compuestos como laboratorio, laboral y laborable.
Trabajo procede de tripalium, 'tres palos', un instrumento de tortura que ya existía en el siglo VI, formado por tres maderos cruzados a los que era atado el reo para golpearlo o azotarlo. En la primera mitad del siglo XIII ya encontramos en castellano la forma trebajo con el sentido de 'esfuerzo, dolor, sufrimiento'. De hecho, aún hoy en español decimos que alguien ha pasado muchos trabajos para conseguir algo y en catalán de alguien que ha sufrido un desmayo se dice que ha sofert un treball. En este sentido no olvidemos tampoco los trabajos de Hércules y el título de la famosa novela póstuma cervantina Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617). Donde dice «trabajos», léase «esfuerzos, desgracias, sufrimientos». Será a partir del siglo XIV cuando la palabra empiece también a usarse con el significado actual, que acabaría imponiéndose.
Diccionario del origen de las palabras