mi
Hay hoy abuso en el empleo que se da a este pronombre posesivo en las expresiones:
☻ "¡Oh, mi amigo, cuánto celebro ver a usted!"
☻ "Mi amigo ¿qué hace usted aquí?" y otras por el estilo, en que sería mejor:
¡Oh amigo, o amigo mío, cuánto celebro ver a usted!
Amigo, o amigo mío; ¿qué hace usted aquí?
La razón de esta diferencia consiste en que mi antepuesto al nombre no es vocativo tan correcto como el mon francés.
Es lástima que haya caído en desuso el empleo que daban a los pronombres mío, tuyo, suyo, nuestros antiguos, cuando decían, v. gr.:
Un mi criado; El su caballo; Tan nuestros favorecedores se mostraron que más que amigos fueron padres; Aquel gran su amigo, Ambrosio.
Un criado mío, El caballo suyo, Tan favorecedores nuestros se mostraron, etc., Aquel grande amigo suyo, Ambrosio.
Hay más energía y gracia en estos modos de hablar que en los modernos.
"Los posesivos absolutos (mí, tú, su) no toman antes artículos... A no ser que se les quiera dar alguna mayor calidad u excelencia, en lo que fueron muy elegantes nuestros poetas antiguos." SAN PEDRO, Arte del Romance castellano, 1769.
Nuestros poetas y nuestros prosistas: testigo CERVANTES.
Del uso de mí por mío, mía, hay ejemplos en nuestros clásicos.
☻ "Yo no sé, mi señor, cómo dar orden que nos vamos a España." CERVANTES.
Antes había dicho:
☻ "El verdadero Alá te guarde, señora mía."
☻ "¿Cómo queréis, mi señor, faltar para mí a tan honrosos títulos, etc?" FRAY ALONSO DEL CASTILLO.
"No me mueve mi Dios para quererte el cielo que me tienes prometido."
☻ "Ay mi Don Claudio, ¡qué tiempos alcanzamos!" MORATÍN.
Diccionario de galicismos