h

Considerada la letra más superflua e innecesaria del abecedario, es también, por esta misma razón, la que más problemas ocasiona para la escritura, como ya denunciaba el humanista Juan de Valdés en el siglo XVI en su Diálogo de la lengua, cuando decía: «¿A qué propósitos hacéis tantos potajes de la h, que jamás puede la persona atinar dónde está bien y dónde está mal?» De esta misma idea habría surgido la expresión española llámalo hache, es decir, 'me da igual, como tú quieras', entendiendo que, al carecer la hache de valor, no importaba demasiado cómo decirlo (con hache o sin ella) porque el resultado sería el mismo.

La letra hache llegó a nuestro abecedario desde el latino, que lo había tomado antes de los etruscos y, a su vez, de los griegos, que adoptaron el alfabeto etrusco hacia el siglo X a. C. Y eran estos últimos quienes la llamaban het, pronunciada como una jota suave. Este mismo sonido pasaría a los griegos occidentales (que la llamaron heta), mientras que los orientales dejaron de aspirarla y la convirtieron en una simple e, criterio que se impuso al unificar el alfabeto griego único, por decisión del gobernador griego Archinos, allá por el año 403 a. C.

Así las cosas, debemos a los etruscos, auténticos perfeccionistas del abecedario (>> d y f), la recuperación de la heta aspirada para representar un sonido que existía en su lengua. Y así fue como entró en el abecedario romano, donde la hache, ante el riesgo de volver a ser considerada inútil (por la falta de aspiración del latín ya atestiguada en el siglo II), comenzó a ser utilizada sin demasiado criterio, llegando a escribir incorrectamente palabras como humor y humidus, en lugar de las correctas umor y umidus.

Con este mismo criterio (no precisamente etimológico), se decidió en español mantener una hache (innecesaria por no pronunciarse) tanto para recordar la presencia de una h- o una f- iniciales latinas, como para evitar que palabras como huevo, escrita antes uevo, no se confundiera con formas extrañas como vevo. Con ese modelo, y aunque ya no fuera necesario por la perfecta diferenciación gráfica entre u y v en 1726, la Academia determinó que todas las palabras que comiencen por ue- deben escribirse con h-, aunque no pase así con sus derivados o palabras relacionadas así, escribimos huérfano pero orfandad; hueco pero oquedad; hueso pero óseo, incluso Huelva pero onubense (del nombre de la ciudad en latín: Onuba).

Recurso: Diccionario del origen de las palabras on Buho.Guru

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  1. h — s f Novena letra del alfabeto; su nombre es hache. No representa ningún fonema del español actual, por lo que se le llama "muda". Antiguamente, y todavía en algunos dialectos del español, representa una aspiración en palabras como hedor o humo. Diccionario del español usual en México
  2. h — f. Octava letra del abecedario español y sexta de sus consonantes. Su nombre es hache y no tiene sonido. Diccionario del castellano
  3. H — Histerectomía - Hormona - Símbolo químico del hidrógeno. Diccionario de siglas medicas
  4. h — f. Octava letra del abecedario español y sexta de sus consonantes. Aunque solo tiene valor ortográfico, se pronuncia aspirada en las variedades extremeña, andaluza y en las de algunas zonas americanas (hondo pronunciado "jondo"). Su nombre es hache. Diccionario de la lengua española
  5. H — Símbolo del hidrógeno. Diccionario médico